10. Ace

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Pasaron dos días en los que Yara durmió en la silla de su escritorio. Ace aún no despertaba, y era completamente entendible el cansancio que su cuerpo tenía luego de batallar 5 días y un golpe del hombre más fuerte del mundo.

Yara salió de su habitación para ir al despacho, había un par de cosas en las que necesitaba trabajar junto a Marco.

En ese momento, el chico despertó de golpe. Miró a su alrededor sin poder reconocer donde estaba, ni tampoco recordar cómo llegó ahí.

Miró el escritorio, habían libros de medicina, algunos insumos (con los que asumió que lo habían curado) y papeles.

Salió de la habitación y miró a su alrededor.
Estaba en un barco, y no necesitó muchos minutos para notar que estaba en el Moby Dick.

Se tomó la cabeza con ambas manos y se sentó en el suelo, pensando.

-Hey -un hombre lo interrumpió- Soy el comandante de la cuarta división, mi nombre es Thatch.

Ace lo miró extrañado.

-Si vas a unirte a nosotros -continuó- debemos ser amigos.

-¡Cállate! -le gritó Ace, volviendo a mirar el suelo.

-¿Así que te pones de mal humor cuando despiertas? -preguntó Thatch.

En ese momento, un tripulante vió de lejos la situación, y sin pensarlo mucho corrió al despacho del barco.

-Oh si, ¿Quieres saber que ocurrió después de que te desmayaras? -volvió a hablar- Tu tripulación llegó para llevarte de vuelta, entonces los golpeamos hasta el infierno. Pero no murieron, están en este barco también.

Ace lo miró.

-¿No tienes que ponerme grilletes o puños? -habló por fin.

-¿Grilletes? ¡No los necesitamos! -respondió Thatch despreocupado.

Ace no podía creer lo que oía, ¿De verdad tenían tal poder todos?

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Yara y Marco se encontraban hablando sobre presupuestos económicos para comprar comida y cosas para el barco. Una isla se les aproximaba en un par de días y debían detenerse a comprar suministros.

De pronto, un hombre entró de golpe.

-Oi, oi -lo detuvo Marco- Esas no son formas de entrar.

-L-lo siento -se disculpó- Señorita Yara...

-¿Qué ocurre? -preguntó extrañada.

-El capitán de los Piratas Spade ha despertado.

Los ojos de Yara se abrieron como platos y salió corriendo rumbo a su habitación.

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-Bueno, ¿Necesitas algo? ¿Tienes hambre? -preguntó Thatch.

Ace no respondió.

-Vaya, si Yara me hubiese dicho que eras así de hostil...

El chico se quedó helado.

-¿Que dijiste? -preguntó exaltado.

-Que si Yara me hubiese dicho que...

-¿Yara? ¿Quién? -lo interrumpió.

-Nuestra vice capitana, Yara -respondió tranquilo- La recuerdas supongo.

Ace no sabía que pensar, ¿Era su Yara?

-Oh, ahí viene -anunció Thatch.

Ace miró en la dirección a la que miraba el hombre y vio venir una mujer corriendo hacia donde estaban.

Sintió su cuerpo tensarse, como sus extremidades dejaban de responderle y su pulso se aceleraba.

Era ella.

Por su parte, la chica corría con el corazón latiendo tan fuerte como si amenazara con salir por su boca.

Paró en seco cuando vio un hombre sentado en el suelo, lo reconoció al instante.

El la miraba como si fuera un fantasma.

-A-Ace... -habló la mujer acercándose lentamente, sentía como si sus piernas se hicieran lana.

Thatch dejó la escena lentamente.

Ace se puso de pie y observó a la mujer.

-Yara...

Y sin pensarlo más, se abalanzaron sobre el otro y se unieron en un fuerte abrazo. Uno tan fuerte y apretado como si desearan fundirse con el otro, sostenerlo tan firmemente para que nunca volviese a irse.

-¿Dónde has estado? -Dijo Ace mientras acariciaba el cabello de la chica y depositaba besos en su cabeza.

-Muchos lados -dijo mientras lágrimas caían por sus mejillas, le avergonzó un poco estar mojando la camisa del chico, pero al fin y al cabo era lo que menos importaba.

Se separaron, mirándose a los ojos.

-Estás preciosa -logró decir Ace dentro de su nerviosismo, provocando un sonrojo y una risita en la chica.

-Y tú también, capitán -respondió con un tono juguetón.

En ese momento, Ace cayó un poco en cuenta de donde estaban.

-Tu...¿Que haces aquí? -preguntó Ace -Es cierto lo que el me dijo?

-¿Que te ha dicho?

-Que eras la vice capitana, ¿Es verdad?

-Bueno, sí -respondió.

-Pensé que la piratería no era lo tuyo, que solo habías zarpado para encontrarte con tu padre -dijo Ace confundido.

-Si, pero volví y me encontré con Barbablanca, me uní a su tripulación y me dio el puesto -explicó Yara.

Ace al escuchar el nombre de Barbablanca se tensó, recordó el objetivo que tenía.

-Voy a matar a ese hombre.

-¿Qué dices?

-Lo que escuchaste.

-Ace -dijo Yara tomándolo de los hombros- Eso es imposible, es el hombre más fuerte del mundo.

-¿Y por eso le sirves? -dijo molesto.

-No, tiene buen corazón.

Ace se afirmó en el borde del barco mirando el mar, intentaba contener su enojo. Yara lo conocía muy bien como para notarlo.

Extendió su mano hacia su cabello y comenzó a acariciarlo, de la forma tan especial que ella lo hacia. Ace se derritió, sus ojos se llenaron de lágrimas y la miró un largo rato sonriéndole.

-¿Te parece si vamos a mi habitación a revisarte esas heridas? -propuso Yara.

El solo asintió y la siguió.

La chica le revisó sus heridas que estaban mejorándose, una vez que comprobó que todo iba bien se tumbaron en su cama a conversar.

Ace le contó como formó su tripulación, las aventuras que habían tenido, como había comido la Mera Mera No Mi y cualquier otra anécdota que recordara.

Asimismo, Yara le contó como llegó al Moby Dick, pero había un detalle que le cayó como un balde de agua fría al hombre.

-¿Estuviste en el Reino Goa y no fuiste a vernos? -preguntó molesto, o más que molesto, decepcionado.

ENCONTRÉ MI ONE PIECE (AcexLectora)Onde histórias criam vida. Descubra agora