Parte 14

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Mi respiración se atasca en mi garganta, veo el agarre de Ian en mi brazo y echo un quejido.

─¿En serio esta vivo? ─preguntó casi con los ojos cristalinos.

Ian me suelta, se para de su asiento y se coloca cerca de mí, echa un suspiro .

─No. ─contesta─, hice esto para que no vuelvas a mentirme ─sonríe cínico─, no vuelvas a mentirme así, no me gustan las mentiras, esto es para que veas que no es bueno que te lo hagan a ti.

─¡Ian hijo de pe...! ─me contuve─, bien, lo merezco, no volveré a mentirte ─prometí.

Solo vasto una sonrisa de él para entender que quedó claro, Ian se alejó de mi, yo sin más ganas de permanecer en esta fiesta me encaminé por las escaleras, era mejor idea irme acostar y no quedarme en esta fiesta con estas personas sin la protección de Kendall.

Llegue a la segunda planta y entre a la habitación, luego de ponerme algo más cómodo para dormir, me recosté en la cama, pensando si algún día tendré el perdón de Ethan por lo que hice. Me acabo de acostar con Kendall y le hice cosas que jamás en mi vida pensé hacer.

La gran amargura no demoró en aparecer en mi pecho, si realmente los deseos de las estrellas fugaces fueran reales le pediría a una estrella fugaz, que me devuelva a Ethan aunque sea por diez minutos y decirle que me perdone, y hablarle de cuanto lo amo, que aunque ya no siga conmigo ese sentimiento esta latente en mi corazón.

─Aunque sea por diez minutos... ─susurré antes de cerrar los ojos.

En pocos minutos me quede dormida.

Estaba sentada en una mesa, es lo primero que veía una madera bien pulida fina, levante el rostro, y le di un recorrido al lugar, el corazón casi sale de mi pecho, estoy en la casa de Ethan, no puedo creer que este aquí, todo esta bien ordenado, siempre me impresionó que Ethan siendo un hombre fuera ordenado.

Se notaba que era una fresca mañana, podía oír el viento golpetear en las ventanas, y no pasaba desapercibido el olor de flores, la felicidad que me atacó era inmensa, realmente estoy aquí.

Mire al frente y pude ver un jarrón con unas flores recién cortadas, se notaba que llevaban pocos minutos, ¿a casó yo fui quien las cortó?, de repente pude sentir la presencia de alguien detrás de mí, pero no voltee a ver, porque aquella persona, poco a poco, fue revelando su rostro.

Mis ojos enseguida se volvieron cristalinos al verlo, esa cara angelical, su rostro hermoso, esos labios que daban ganas de atacarlos, y esa mirada, maldita sea, esa mirada tan bella, que siempre poseen ese brillo inigualable. Mi amado Ethan estaba al frente mío, con esa sonrisa que no pasaba desapercibida.

No salen de mi boca palabra alguna, su sola presencia hace que el silencio sea lo principal aquí, no puedo decir nada, solo me dedico a observar sus movimientos, veo como arrastra la silla que esta al lado mío, despacio se sienta en ella y sigue con aquella sonrisa.

─Me da gusto verte ─es lo primero que dice.

Mis ojos arden y gotas de lagrimas caen por mis mejillas.

De repente toma mis manos que no me había dado cuenta que estaban encima de la mesa, no pasa desapercibido su tacto frío, pero no me incomoda.

─¡No, no, no llores! ─trata de calmarme, su voz es arrulladora.

─Perdóname, perdóname ─susurro.

Pude sentir sus fríos labios besar los nudillos de mis manos y eso solo hace que las cosas empeoren.

─Todo esta bien, pequeña ─su voz se vuelve más dulce.

Sobreviviendo a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora