Parte 19

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Estoy bajando las escaleras, mientras estoy sujetando mi cabello a una cola de caballo, Esta lloviendo y muy fuerte, ya son las siete de la noche y Kendall aun no llega, en todas estas horas sin él, he tenido paz, he charlado sin parar con Ian, a pesar de ese tierno beso, me ha dejado muy en claro que no tiene las agallas para que seamos amantes en la propia casa de Kendall.

Lo entiendo, él no podría hacer eso, le aterra la idea de pensar que seamos descubiertos. Pero me gustaría que pasara, que nos burlemos de Kendall, tal y como él lo hace de mí, alardeando que me ama mientras esta detrás de las faldas de Barbara.

Tengo mucho frío, así que uso un abrigo grueso para mitigarlo un poco. Tengo planes de pasar la noche leyendo un poco, Ian me ha prestado un libro, me dice que le encanto mucho y que ese libro revela cual es la perdadera vanidad en el mundo, según él; la juventud.

Me acomodo en el mullido mueble de la sala y leo la portada, "El retraro de Dorian Gray".

Abro el libro y aprecio sus hojas, el olor a papel me da de lleno.

─Espero que cumplas mis espectativas ─murmuro para mí.

─Buenas noches ─alguien murmura desde la entrada de la casa.

Cierro el libro y miro al hombre que sacude su paragua y sacude algunas gotas que mojan su pelo rojizo.

Me pongo de pie y me pongo algo cautelosa.

─Buenas noches ─lo imito.

Este deja su paraguas en la entrada y deja su abrigo algo mojado en el perchero.

─¿Puede decirle a Kendall que ya estoy aquí? ─pregunta con cierta cortesía.

Yo acomodo mi abrigo.

─No está en casa ─respondo.

Enarca una ceja y pasa su mano por su cara, dice en voz baja una maldición.

─Quedamos en vernos hoy, pensé que a estas horas ya estría aquí ─entra sus manos en sus bolsillos ─, no me queda más remedio que esperarlo ─explica derrotado.

Yo no respondo nada más, ni siquiera sé que decir. Él se encamina a la sala, y se acomoda en el sillón individual, este hombre hace sentir la misma aura inponente de Kendall y Ethan. Sus ojos negros son profundos y fríos, se nota que no es fan de sonreíle a la vida.

Hasta hace que mi cuerpo tiemble con solo dedicarme una mirada. Todo su cuerpo esta en una postura correcta y rigída, sus codos están apoyados en los brazos del sillón y sus manos entrelazadas, una de sus largas piernas está acomodada en la rodilla de la otra.

Dejo el libro en la mesita que nos rodea a los dos.

─Pedire que les traígan algo, ¿algo en especial? ─pregunto para romper este ambiente tan tenso.

Su mirada tan seria me pone tan nerviosa.

─Una copa del mejor vino, que Kendall tenga ─responde en un tono frío.

Yo solo asiento y en segundos me encamino hacia la cocina. Allí me encuentro con algunas mujeres del servicio que están preparando la cena, también Barbara esta ahí como diciendoles que hacer, mis nervios se espuman cuando la veo, mi odio hacia esa mujer es tan puro.

Jamá la voy a perdonar. Ella se tensa al verme y su postura de mujer mandona disminuye un poco. 

─Necesito que alguien lleve una bandeja con vino y una copa a la sala, tenemos visitas ─pido de forma autoritaria.

Unas de las mujeres que al parecer su labor no era tan importante, deja lo que esta haciendo y se dirige a una estantería que esta en una de las esquinas de la enorme cocina, como ya entendieron mi mensaje, me marche de la cocina, no si antes darle una fuerte y agresiva mirada a Barbara.

Sobreviviendo a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora