Parte 26

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Bajo las escaleras despacio, a cada paso que doy la madera cruje bajo mis pies, mi mano derecha palpa el barandal de madera y con la izquierda acaricio la pared. Hay un olor familiar en esta casa, miro la amplía sala, y en medio hay un sofá. Un tipo está sentado en ella, frunzo el ceño.

Solo puedo ver su pelo negro, él no mira hacia atrás, está tan entretenido mirando la televisión. Por fin termino de bajar las escaleras.

Hasta ahora es que me doy cuenta que estoy descalzo. No sé porque en momentos como este me siento ansioso y algo nervioso. Pero me inclino en el pensamiento de que quiero saber quien es ese tipo.

Abro y cierro mis manos para intentar calmarme, y relajarme un poco. Aprecio los detalles de esta casa y todo en ella me es familiar, el piso de madera, el sofá, la televisión, las escaleras, la puerta de la entrada, los pequeños muebles alrededor, y la poca decoración en las paredes. No recuerdo haber estado aquí, pero por muy loco que lo piense, me siento como en casa.

Hasta ver a ese sujeto sentado de espaldas a mí me es conocido. ¡Pero ni siquiera he visto su cara!

—Tus pasos son silenciosos —mi vista vuelve a él.

Me acaba de hablar. Su voz es como si la he escuchado antes.

No respondo nada, mi cabeza no produce que decir en este momento.

Mi corazón se salta un latido cuando se levanta. Usa un abrigo de cuero, lo veo apagar la televisión, ahora una emoción desconocida brinca en mi pecho.

—Hoy no estas de humor, ¿eh? —su voz están tierna y suave.

Carraspeo un poco.

—¿Nos conocemos? —es lo único que pienso en decir.

Escucho una risa burlona, y sin esperarmelo mi boca se curva en sonrisa, es gratificante escucharlo.

—De silencioso a bromista, un cambio radical —su voz es como dulce melodía.

Rasco mi cabeza en total confusión. Él gira de repente. Mis cejas se alzan en sorpresa, y siento mis vellos erizarse, no me muevo, algo ha dejado de funcionar bien en este momento, mi respiración se atasca en mi garganta. Es más joven que yo, su cabello negro cae desordenado alrededor de su cara, sus cejas son algo espesas, los rasgos de su cara son finos. Y la sonrisa que tiene ahora es algo burlona, sus ojos son azules, de un color tan claro, que puedo jurar que veo su iris.

Me siento atrapado con este muchacho. La forma tan familiar de verme me descompone.

Quiero llorar, necesito llorar, pero... ¿Por qué quiero llorar?

Nunca lo he visto, creo. Pero me resulta tan familiar, es como si lo he visto antes, pero ¿por qué no me acuerdo?, hay una sensación nostálgica taladrando mi pecho. Me siento feliz y a la vez triste.

Mis manos van a mi cara, estoy llorando, literalmente estoy llorando a cántaros, no lo puedo evitar. Es como si mi cuerpo se desahogara espontáneamente.

—¿Te pasa algo? —me llama la atención su tono preocupado.

Él rodea el sofá y va a cercarse a mí, lo detengo con la mano, no quiero que se acerque más, si con solo verlo me afecta, si me toca me derrumbaria.

Me voy a un rincón, mis manos van a mi boca, y creo que me voy a perder, me siento a morir en este momento.

—Me estas asustando, dime ¿qué te pasa? —su tono desesperado no me pasa desapercibido.

Sobreviviendo a tiWhere stories live. Discover now