·•Corre•·

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- ¿Se murió?

- No seas insensible Celeste - Dijo Soraya mientras me ayudaba a levantar a Teodoro del suelo.

- Seguro está inconsciente, ese imbécil de tu amigo rompió el lugar entero, alguien lo tendrá que pagar - Uno de los chicos de la esquina se acercó de manera amenazadora, atrás de él sus tres amigos apresuraban el paso, y en cuestión de segundos me sentí arrinconada.

¿En qué te metiste Teodoro?

- Nosotros no nos vamos a hacer cargo de eso - El príncipe actuando en su papel de chico malo me provocaba gracia, y no era una situación en la cual podía reírme.

- Si lo vinieron a buscar es por algo, algún amigo tenía que tener este desgraciado.

- ¿Qué te pasa? Hablá bien... Por dios - Me atreví a decirlo, pocas veces me había encontrado con alguien tan descortés, si bien Teodoro no merece tener un monumento en alguna plaza tampoco merece ser llamado desgraciado.

- ¿Qué te pasa a ti linda? ¿Es tu noviecito? - El chico se me acercó mientras masticaba algo en su boca, lo cual hizo que más difícil aún fuese entenderle. En seguida el príncipe y Tiana se me acercaron también, no es que este chico parezca peligroso, pero el corte en el lado derecho de su cara no me inspira confianza - Sos demasiado linda como para estar con un perdedor como él, ¿No? - Se atrevió a rozar mi mantón con su mano. A lo que iba a responder, pero Tiana lo hizo antes que yo.

- Mira nene, no sé quién te crees que sos, pero acá no vas a amenazar ni mucho menos tocar a nadie, ¿Entendés? - Todos y me incluyo miramos a Tiana, esperaba algo así de Soraya o Eva, pero de ella es sorprendente.

- Miren, la muñequita sabe hablar - Le dijo a Tiana, para luego volver a mirarme - Perdón que pensé que eras novia de Teodoro, veo que le das para el otro lado - Contestó el chico mientras reía con sus amigos, que parecían clones del primero, pelo negro, delgado, y quizás de nuestra misma edad.

- ¡Qué desubicado! - Gritó Doreen, asqueada por la situación, y no podría estar más de acuerdo.

- Chicas y... Lo que sea que sea esa cosa con gafas negras - Dijo el pelinegro refiriéndose al príncipe - Alguien va a pagar esto, esta propiedad es un santuario, y todos lo compartimos.

- Suerte con eso - Dijo Eva, quién hasta el momento se encontraba atrás de todas. Desafiante y lista para que dictase nuestra retirada, hasta que el mensajero habló.

- Miren, no sé ustedes chicas, pero yo no quiero problemas con estos tipos, es mejor si simplemente le dan el dinero que crea correcto y nos llevamos a Teodoro a otro lugar - R38 me convencía, pero no del todo. No me molestaba pagar el dinero, pero sí el trato que recibía para hacerlo.

- Hagamos una tregua, ustedes procuran arreglar el "santuario" y nosotros nos llevamos a Teodoro el demoledor.

- Hagan tregua con la poli para no ir presos - Dijo uno de los amigos del chico.

Nos miramos entre nosotros con superación, imposible que fueran a llamar a la policía, sino se los llevarían a ellos también.

- Pueden sonreír todo lo que quieran, pero... ¿Por qué piensan que Teodoro está acá? ¿Creen que la policía no conoce este lugar? Nosotros no les importamos, ni siquiera molestamos... Pero un par de princesas y el futuro rey... Creo que eso si les consigue un aumento.

Mi mareo aumento, seguido de una adrenalina que me quería hacer salir del lugar. Conecté todos los puntos en mi cabeza, Teodoro no estaba acá por casualidad, lo habían dejado acá. La policía nos quería encontrar acá. R38... Todo es un plan.
Teodoro, un chico tan tranquilo, en un lugar como este, totalmente ebrio y quizás también drogado.
El mensajero, del cual nunca había oído hablar por parte de Teodoro, que se tomó el tiempo de ir a buscarnos hasta el palacio... ¿Por qué acepté? Tonta, eso soy, una tonta.

La música cada vez iba más lento, las risas de los chicos se escuchaban de manera eterna, y las miradas que cruzamos entre las princesas y el príncipe fueron de preocupación, angustia y desesperación.

Hay que correr.

Seguido del pitido de la llamada telefónica que nos delataría fue el sonido del grito del príncipe que nos empujaba hacia la puerta.

Las personas en forma de avalancha parecían querer enlentecer nuestro paso a propósito.

Los chicos solo se reían, afectados por las sustancias. No nos detuvieron al correr, lo que me sorprendió. Pero canté victoria demasiado tarde.

- ¡Sueltame! - Me giré al oír a Tiana, R38 tomaba su brazo y me miraba espectante, sabía que la iría a buscar.

- No hay tiempo Allison, si nos agarran cerca de estas sustancias y esta gente no salimos en años de prisión.

- Pero no puedo dejar a Tiana - Contesté tan fuerte que sentí mi voz romperse, la mezcla de lágrimas solo la hizo más chillosa.
Comencé a desesperarme, veía todo en cámara lenta, como Tiana intentaba soltarse, las princesas logrando salir por la puerta sosteniendo a Teodoro, quién seguro solo fue otra víctima, y el príncipe sosteniendo mi mano mientras ligeramente me empujaba hacia la puerta.

- ¿Por qué no puedes dejarla? - Fue una pregunta boba la que el príncipe formuló. Pero mi respuesta seguro lo fue más.

- Porque la amo.

Y me soltó.
Sus ojos ya no me veían con esperanza, sabía que no saldría sin ella. Esperaba más sorpresa en su respuesta, pero solo encontré una mirada confirmación, de una decepción atenuada.

Su cara transformada. Rió mirando al piso, lo hizo para sí mismo. Y cuando meneó su cabeza volviendo la vista hacia arriba observó cómo R38 la empujaba a Tiana de vuelta a la habitación con los otros chicos.

- Vamos por ella - Para mi sorpresa el príncipe se puso como escudo ante el tumulto de gente y se dirigió conmigo en busca de Tiana.

- ¿Por qué me acompañas? - Pregunté sollozando.

- Porque... No importa, vamos.





Las sirenas. Se escuchan las sirenas.
Estamos perdidos, ni siquiera hemos llegado a la habitación donde está Tiana.

No puedo creer que todo se vaya a terminar así.



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