·•Una batalla ganada•·

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Procuré actuar como si no hubiese escuchado nada y el comentario de la reina nunca hubiese ocurrido, pero se me hacía imposible.

Por el otro lado, me tranquilizaba saber que de una manera o otra le diríamos a ambos invitados que renunciaríamos a esta absurda competencia. ¿Por qué en Siara es tan difícil conseguir pareja? ¿Es que acaso no podían construir un bar para jóvenes? Lo digo teniendo en cuenta todas las series que veo, no es normal usar esta tradición como parche de la inexistente capacidad de los jóvenes de aquí para tener citas. Porque una casa para que el príncipe elija a su futura esposa, ¿En serio?

Quizás con la renuncia vendría también el consejo de aplicar una renovación a esta tradición. Aunque no querría pedir demasiado, bastante con salir de aquí.

- Buenos días - Dijo la reina arrastrando sus propias palabras. Se paró en frente de mí con sus ojos formados como los de un tigre y esbozó una pequeña mueca, y próximamente una abertura para hablar - Agustín me ha hablado de usted princesa... ¿Ashley? - Cualquiera puede confundirse un nombre, Allison... No te enojes, pensé para mis adentros.

En realidad suelo pasar desapercibida, y evito emociones que me puedan lastimar a mí y a personas a mi alrededor, pero el enojo muchas veces es incontrolable. Y yo pienso, si la reina viene a una casa, con tan solo siete princesas, mínimamente se debería aprender sus nombres... Además debería de conocerme, mi padre fue una persona importante, que seguramente se sentó alguna vez en su mesa, y quizás intercambió con ella palabras, quién sabe.

Así que transformando mis puños cerrados por unos extendidos mientras estiran la tela de mi vestido intenté ser cortés y corregirle. Ella respondió con un "lo siento" que, aunque no sonó muy auténtico, intenté restarle importancia.

¿Agustín le había hablado de mí?

Debería hablar con él ahora, en mi pecho siento una mezcla de curiosidad y miedo que solo el puede saciar.

Así que aproveché cuando el príncipe se alejó, yéndose a la sala, y dejando mi enojo por el desacuerdo que tuvimos ayer, me atreví a hablarle.

- Príncipe - Aún me gustaba referirme a él de manera distante, usando los pocos modales que aquí había adquirido. Al oír esa palabra él suspiró, parecía cansado de la situación, pero en mi defensa yo no fui quién insultó a Tiana.

- ¿Qué pasa Alli? - Sabía que lo hacía a propósito, que me hacía acordar a alguien. Aunque él no sabe mi historia con mi padre, lo que me hace pensar que no quiso lastimarme con ese apodo, o al menos no tanto.

- Le dije que no me gusta ese apodo, príncipe - No quería discutir, pero si es que así van a ser las cosas, no me quedaré atrás.

- Y a mí tampoco me gusta el que usaste, Alli - Dijo haciendo énfasis en la última palabra.

- No vine a pelear - Pronuncié mientras miraba mis tacones color caramelo - Solo quiero saber qué le dijo a la reina de mí - Pareció molesto por mi formalidad pero me respondió.

- Le dije que me gustabas, si eso es lo que quieres saber - Me quedé quieta sin saber que hacer. El prosiguió - En el baile, ¿Viste que se me acercó? - Yo asentí, recuerdo cómo ella constantemente le susurraba cosas al oído - Fue para decirme que si te sacaba a bailar, me olvidara de mi apellido.

Lo dijo de una manera tan pero tan natural, que me asustó. Teodoro no era el único con una familia distante.

- Ella quiere lo mejor para mí - Continuó el príncipe - Y empiezo a creer que tiene razón, porque tú no estás enamorada de mí - Cada palabra me dolía más que la anterior, éramos amigos, compañeros de peleas de almohadas, y ahora tan solo vivimos bajo el mismo techo.

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