Capítulo 43

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Naruto, Kushina y el grupo de Suna partieron en dirección a país del viento con tranquilidad. Aún tenían un par de días para la salida del grupo de Kumo y la posterior emboscada. Gaara había evaluado la situación con la frialdad habitual que lo destacaba. No podía permitir que su hermano Kankuro participara de este combate. El riesgo de morir era elevado y Gaara pensaba en el bienestar de su aldea. Fue por esto que luego de alejarse lo suficiente de Konoha, Lord Kazekage ordenó a los Shinobi de Suna, incluido Kankuro, que partieran a la arena sin él. Naturalmente su hermano no estuvo de acuerdo, pero el pelirrojo le había dado una orden y no podía desobedecer.

Gaara, Kushina y Naruto rodearon unas montañas y se dispusieron a tomar el camino hacia el norte. Debían esperar en ese lugar estratégico el momento de luchar. Montaron campamento cerca del mediodía y Kushina le propuso entrenar a su hijo. Gaara los observaba interesado. Realmente eran madre e hijo. Absolutamente híper activos, entusiastas y queriendo entrenar incluso en vísperas de una batalla mortal. Naruto entró en modo ermitaño y de repente comenzó a preocuparse. Ambos pelirrojos lo miraron y Naruto comenzó a ponerse nervioso:

-No puedo sentir el chakra de Hachibi –dijo el rubio- a esta distancia debería estar en la dirección de dónde venimos. Pero no…no está.

-¿Acaso el Raikage….? –dijo Kushina sin entender.

-Tal vez adelantó su partida –señaló neutro Gaara- es preocupante.

-Debemos acelerar la marcha, -anunció Naruto- cuando encontremos el sendero norte de los bosques, Akamaru los podrá rastrear.

El perro ladró afirmativamente a las palabras del rubio. Se dispusieron acelerar el traslado, y partieron en la búsqueda del rastro para seguir al grupo de Kumo. Era importante no perder la oportunidad de contactar con el enemigo.

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Mientras tanto en Konoha…

Un pájaro de tinta les llegaba simultáneamente a Sasuke en la mansión Uchiha, y a Kakashi en el Ichiraku-ramen. Ambos guerreros del Sharingan leyeron el mensaje y se alistaron para marchar. Era el momento de partir en busca de guerra. Kakashi sin embargo, reflexionaba sobre sus últimos meses trascurridos, y sabiendo que la batalla venidera podía ser la última de su vida, decidió hacer su pequeño personal deseo una realidad. Aun sonreía al recordar como luego de meses en tozuda paciencia, de varias docenas de manzanas regaladas, Yuri Nagumo al fin lo había aceptado. La acompañaba mientras hacia las compras para la familia Nakamura, incluso tomaron té, bajo los árboles del bosque en algunas ocasiones. El peliplata sentía algo especial por ella, y Yuri comenzaba a comprenderlo. Cierta ocasión, mientras ella recogía flores en el campo, tuvieron un acercamiento definitivo:

Flash back:

Caminaban lado a lado por el campo en un soleado día. Yuri llevaba bajo el brazo una canasta de mimbre. Cada tanto elegía una flor de cierto tipo y contenta como encontrando oro, las guardaba en su cesta. Kakashi no entendía el motivo. En realidad, pocas cosas entendía de esa bella peliazul. Pero le agradaba, este concepto sencillo le era más que suficiente a Kakashi:

-¿Por qué recoges flores del campo? –Consultó manos en bolsillos- ¿No es mejor conseguirlas en los Yamanaka?

-Kakashi-san… -sonriendo- una flor de campo tiene la belleza de lo misterioso, eso la hace bonita.

-Creí que no te gustaba lo misterioso… –señaló el hombre- estuviste meses evitándome por ese motivo.

-Se equivoca señor, -dijo la muchacha siguiendo en lo suyo- a usted lo evitaba porque me daba miedo.

-¿Qué era lo que te daba miedo? –Señalo sorprendido- ¿Solo por cubrir mi rostro?

-Usted tiene una máscara mucho peor, -apuntó sonriente la joven- la que oculta sus sentimientos.

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