4

7.3K 315 144
                                    

Apenas me dejé caer en la silla al lado de Sofía me di cuenta que había olvidado mi libro de historia en el casillero.

Agh—gruñí y me levanté con pesar de mi asiento. El aula aún no estaba completa, algunos chicos hablaban entre ellos y reían mientras que otros se limitaban a usar el teléfono. El profesor todavía no había llegado, pero no le debía faltar mucho.

—¿Todo bien?—preguntó mi amiga sacando sus útiles de la mochila y mirándome de reojo con el ceño levemente fruncido.

—Sí, sólo olvidé mi libro—expliqué con una mueca en la cara—. Ya regreso—salí de la clase.

A la tarde tendría que volver a detención, por suerte mi madre no estaba al tanto de la situación porque, a pesar de que no era una madre estricta con el tema de dejarme salir con amigos, le interesaba que mis notas y mi desempeño escolar fueran buenos. Aunque teniendo en cuenta que en mi anterior colegio me habían suspendido por "actitud agresiva", ir a detención dos días seguidos no era tan grave...¿cierto?

Hice una mueca sabiendo que mi madre no pensaría lo mismo que yo.

Caminé por el pasillo hasta llegar a mi casillero, agarré el libro que necesitaba rápidamente y lo cerré. El aula no estaba lejos, pero cuando estaba volviendo a ella, una mano en mi brazo me obligó a detener el paso, retrasándome para poder entrar. Me volteé y la morocha del otro día, la que junto a unas gemelas se había metido con Sofía, me devolvió la mirada.

—¿Qué haces?—cuestioné sacando mi brazo de su agarre y fruncí el ceño. Aún recordaba lo que me había dicho sobre Sofía y había decidido que no iba a hacerle caso, si había algo que debiera saber, mi amiga me lo contaría cuando quisiera.

—¿Dakota, cierto? —Su tono de voz era lento y firme, arrogante. Una sonrisa gatuna se extendió por su boca.

Era una chica fisicamente atractiva, tenía buenas curvas, labios grandes y carnoso, ojos marrones y una piel oscura hermosa. El exterior precioso, sin embargo, si hablamos de lo que había dentro, no estaba tan segura de poder decir lo mismo.

—¿Qué quieres?—volví a preguntar, no tenía ganas de perder mi tiempo, y me miró de arriba a abajo, justo como la otra vez, pero fue diferente; la mirada que me dedicó fue extraña.

Sus ojos tenían un brillo de soberbia y pretendía demostrar superioridad, sin embargo, detrás de todo eso, detrás de la máscara, había una emoción que prevalecía; una emoción que me decía que había más de lo que podía entender.

Una emoción que no supe distinguir.

—No te metas con Alex—habló con la sonrisa aún en la cara, desafiantemente, como si estuviera buscando una reacción de mi parte. Rodé los ojos.

No tengo tiempo para esto, pensé.

—En serio, muero por escuchar lo que estás por decir... ah, espera—sonreí irónicamente—, en realidad no me interesa. —Traté de dar la vuelta e irme. No pude, nuevamente tomó mi brazo y me obligó a frenar.

—No te vas a ir sin escucharme primero—declaró. Se cruzó de brazos y borró la sonrisa—. Alex está reservado.

No pude evitar sentir pena. Era cierto, era una chica fisicamente hermosa, pero su forma de pensar me daba asco y su actitud no me agradaba para nada.

Alcé una ceja

—No sabía que era una mesa para que la gente venga y lo reserve. —Dio un paso adelante, acercándose más a mí y me miró fríamente.

—Somos la pareja perfecta, él me quiere y yo lo quiero—continuó con su advertencia—. No seas idiota y creas que le interesas. —Arrugué el ceño, sin dar crédito a lo que estaba escuchando. Me estaba provocando y no entendía porqué ni qué ganaba con eso.

Solo Por TiWhere stories live. Discover now