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NARRA DAKOTA

Cerré mi casillero con fuerza ganándome un par de miradas.

—¡Qué miráis!—exclamé enfadada, provocando que todos corrieran su vista de mí mientras comenzaban a susurrar cosas entre ellos.

Hoy no soporta a nadie, ni si quiera soportaría a Winnie de Pooh.

Estaba de malas, de muy malas. Hacía tres días que el incompetente de Alex no se aparecía por la escuela. Sus dos amigos tampoco. Y resultaba que para ese día debíamos entregar un trabajo de lengua que, lamentablemente, se hacía con el compañero de banco, pero como el imbécil no se había dignado a aparecer por el colegio en toda la semana, no habíamos podido acordar dónde hacerlo; ni siquiera había podido pedirle el número para mandarle un mensaje, así que por su culpa iba a desaprobar.

—Hol...Uy, creo que alguien sigue de no muy buen humor—dijo Travis haciendo una mueca y apoyándose en el casillero al lado del mío.

—¿En serio?—respondí sarcásticamente.

—¿No has podido contactarte con él? —Negué.

Maldito bad boy. Maldigo el día en el que nació, maldigo a la profesora por haberme puesto con él y de paso maldigo al creador de Pretty Little Liars por lo mierda que fue descubrir quién era "A'"...

—Tranquila, ya vendrá—habló el rubio con una sonrisa tranquilizadora en el rostro. Giré bruscamente la cabeza para mirarlo.

—¡Oh, no, por supuesto que no! Si no se apareció en toda la semana por aquí, espero que no venga ahora, porque como aparezca por esa puerta...—murmuré enfadada y como si de un hechizo de invocación se tratase, las puertas se abrieron de dos en dos dejando ver al trío intocable.

¡En serio! ¡Toda la semana esperándolo y aparece el último día! AGH. Lo odio. Ahora no iba a poder decirle a la profesora que el trabajo lo tenía él.

A paso imponente los tres caminaban como si el pasillo fuera suyo, cosa que empezaba a creer que efectivamente era, mientras que los demás se corrían dándoles paso libre. Declan estaba con su típica sonrisa mojabragas, le guiñó el ojo a un grupo de chicas que se sonrojaron, Romeo con un porte serio hasta que las comisuras de sus labios subieron casi imperceptiblemente al cruzar miradas con alguien y Alex caminaba con su típica cara de poker y su mirada fría hacia delante, sin ver a nadie.

Vamos a ver cómo le queda el rostro luego de que se lo parta...

Chasqueé la lengua y me enderecé.

—No lo hagas. D, no...—ignoré a mi amigo y comencé a caminar hacia ellos—. ¡Dakota!—me llamó y volví a pasar de él.

Oh, claro que lo haría.

A paso decidido y con la mandíbula apretada me dirigí hacia ellos fulminando al morocho con la mirada y me planté enfrente impidiéndoles el paso. Declan me sonrió, el peli-negro levantó una ceja y Alex, Alex simplemente me miró.

—Hola Dak... —no dejé terminar al rubio.

-Cállate.-exigí ganándome una cara de sorpresa de su parte, como dije, no estaba de buenas.-Tú.- señalé al morocho con mi dedo.-¿Eres gilipollas o no sabes lo que significa asistir al colegio?-el único que permaneció sin demostrar alguna emoción fue Alex, tanto los otros dos como el resto de los presentes abrieron sus ojos asombrados por mi tono.

Debía admitir que era un chico intimidante, sin embargo, no entendía por qué le temían tanto; no era nada más que una persona como cualquier otra de carne y hueso, sólo que con plata y un ego enorme. Aunque supuse que aquel era el problema, lamentablemente el mundo funciona así, los que tienen dinero, por consiguiente tienen poder. La misma Sofía me lo había advertido: "...tener influencia es más peligroso de lo que crees".

Solo Por TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora