Detención, un chico, una chica y un pasado que ambos quisieran olvidar, ¿Qué puede salir mal?
Se detestaron desde el primer instante, ella no estaba dispuesta a perder y él no estaba dispuesto a dejarla ganar. Dos personalidades chocantes entre sí...
Solo quería agradecerles por leer esta historia y apoyarla, sois los mejores💜💜. También quería recordarles que si ven algún error me lo comenten así luego podré cambiarlo!
—¿Te vienes a casa antes de la fiesta?—ofreció Sofía mientras salíamos de la escuela y cruzábamos el estacionamiento.
Era viernes y a la noche sería la tan esperada fiesta de principio de año que, por lo que me había comentado Declan, el chico que la organizaba siempre hacía las mejores, así que prácticamente toda la escuela estaría presente.
—Seguro—acepté con una sonrisa en los labios y luego de acordar que alrededor de las ocho estaría en su casa, me dirigí a la mía escuchando música mientras pensaba.
A la noche procuraría despejarme, bailaría hasta que me doliesen los pies y tomaría con conciencia. No quería terminar llorando en la calle mientras le contaba todos mis problemas a un poste de luz, lo decía por experiencia propia. Hice una mueca ante mi pensamiento y el recuerdo que vino tras él.
Jamás olvidaría esa jodida navidad.
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Pasé la tarde tirada en el sillón viendo Netflix hasta que se hicieron las siete y salí con mi vestido y maquillaje guardados en una mochilahaciala casa de Sofía. Por suerte vivíamos relativamente cerca y no tardé casi nada en llegar. Su casa era parecida a la mía, tenía dos pisos y era moderna. Estaba pintada de un blanco y tenía un jardín enfrente con un árbol de donde colgaba un columpio; tenía grandes ventanales y se podían ver luces prendidas desde el exterior. Toqué timbre y me recibió mi amiga con una gran sonrisa. Me comentó que ni sus padres ni su hermana estaban y subimos directo a su habitación.
—Tenemos dos horas antes de que comience la fiesta—habló la rubia tirándose en la cama. Su cuarto era grande y sencillo, las paredes estaban pintadas de gris claro, había una cama de dos plazas en el medio con sábanas violetas, dos mesitas de luz, un armario del lado izquierdo y tenía un tocador debajo de una ventana del lado derecho.
—Dos y media—corregí y ella me miró con una ceja alzada—. Lo mejor para el final—aclaré y le guiñé el ojo. Siempre me había gustado llegar tarde a las fiestas, era algo así como mi maraca personal.
—¿Encima que me obligas a ir, me haces llegar tarde? ¿qué clase de amiga eres?—cuestionó melodramáticamente.
—¿Una genial la cual te adora?—respondí con una sonrisa inocente y la rubia río.
—En ese caso, estaremos allí a las diez treinta. —Asentí complacida y me senté en frente de ella con las piernas cruzadas, apoyé mi codo en mi rodilla y luego recosté la cabeza en mi mano. La observé.
