Solo Por Ti

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NARRA ALEX

Desperté a la mañana siguiente con unas inexplicables e infrecuentes ganas de sonreír. Sentí el calor de un cuerpo pegado al mío y abrí los ojos recordando todo lo sucedido la noche anterior. Dakota tenía su cabeza sobre mi pecho mientras dormía plácidamente, nuestras piernas estaban entrelazadas unas con las otras, tenía mi brazo alrededor de su cadera y la sabana dejaba al aire toda su espalda. Contuve la respiración con miedo a despertarla y me quedé embobado mirándola.

Tenía la boca abierta y un hilo de baba caí de ella, su pelo estaba desalineado y revuelto, pero no pude evitar la repentina aceleración de mi corazón por tenerla al lado mío, por poder tenerla cerca sin que se alejara como muchos en el pasado lo habían hecho. Era una sensación nueva y extraña para mí.

No me importaba dormir con las chicas que follaba, no lo solía hacer, pero si era muy de noche para que la chica se fuera de mi casa y yo estaba demasiado borracho como para llevarla devuelta a su hogar, se solía quedar a dormir. Pero cuando eso sucedía siempre procuraba estar lo más alejado que podía o, alguna que otra vez, terminaba durmiendo en el sofá porque no me sentía cómodo durmiendo junto a otra persona. Sin embargo, teniendo a Dakota al lado lo único que quería era volver a cerrar los ojos y apretujarla.

La observé y sentí miedo, terror, de lo que estaba sintiendo. Viéndola dormir tan plácidamente sobre mí, en mi cama, hizo que me diera cuenta que en realidad nada iba a ser igual que cuando estaba junto a ella. Nada iba a ser igual con otra persona. Y eso, me aterró.

Ninguna chica me afectaba tanto como Dakota, siempre me había gustado tener el control sobre todo lo que rodeaba mi vida, pero desde que la conocí eso cambió. Ella definitivamente no era la clase de chica con la que me solía enrollar; Dakota era algo único que me atraía y me irritaba a la vez.

Me negué a seguir indagando en lo que empezaba a florecer en mi al verla dormir, me negué a explorar aquella sensación que hacía años se había ido para no volver y traté de recordar que ella era simplemente una chica irritante que estaba buena y que no tenía nada de especial. Aunque no fui lo suficientemente bueno para convencerme.

Dakota era mucho más que cualquier mujer que había conocido, era descarada, atrevida, hermosa y valiente. No se quedaba callada cuando había una injusticia ni se rebajaba ante nadie, cosa que me encantaba aunque a veces me hiciera enojar, sin embargo creía que era eso lo que hacía la diferencia. Dakota no me temía. Y me gustaba que no lo hiciera.

Me asusté aún más cuando una sonrisa apareció en mis labios por pensar en ella.

Era una locura, todavía no entendía qué clase de conexión había entre nosotros, pero sabía que necesitaba salir de la habitación antes de que no pudiera resistir más y cediera a las inmensas ganas de jamás levantar y quedarme acostado junto a ella por el resto del día.

Contuve el aire y despacio la aparté de mí, separar nuestras piernas fue más difícil pero con sumo cuidado lo logré. Me levanté procurando no hacer ruido y la miré desde un costado de la cama, tragué duro al verla desnuda tendida allí, la luz que se filtraba por la ventana le pegaba en el rostro y hacía que su piel luciera incluso más perfecta.

No. No. No. Tenía que parar de admirarla, ya tenía mucho con los repentinos ataques de querer besarla a todo momento y de soltar comentarios tiernos hacia su persona cada vez que no podía reprimirlos. Y no me podía permitir seguir siendo así con Dakota si planeaba alejarme, sin embargo cada vez era más difícil dejar de pensar en ella, cada vez la conocía un poco más y mi fuerza de voluntad flaqueaba con cada minuto al lado suyo. Pero sabía que tarde o temprano ella se apartaría de mí porque, en el fondo, no había nada bueno por lo que quedarse.