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Sus suaves labios sobre los míos y su cercanía casi provocaron que le siguiera el salvaje beso que me estaba dando. Casi.

¡Reacciona!, me exigí mentalmente y lo empujé lo más lejos que pude tomándolo por sorpresa y separándolo de mí unos buenos pasos. Lo observé de arriba abajo buscando indicios de drogas y tratando de averiguar si lo que acababa de suceder era alguna clase de broma, pero nada, simplemente se limitó a mirarme con su típica mirada inexpresiva sin decir palabra alguna. Por el resto, estaba impecable. Su ropa negra no tenía ninguna arruga y no había rastro de sudor en su rostro. Me pregunté cómo era posible lucir así de bien luego de estar varias horas en una fiesta. Yo por mi parte estaba destruida.

Me crucé de brazos.

—Creo recordar que dijiste que beso mal. —hablé luego de unos segundos, tratando de sonar enfadada aunque mi tono se acercó mas a uno de sorpresa—. Es más, estoy muy segura que lo has hecho.

Intenté que no se notara lo descolocada que su beso me había dejado, me esperaba de todo menos eso; incluso en mi mente hubiese tenido más sentido que al abrir la puerta me encontrara con una ardilla comiendo miel o cualquier otra cosa.

—Que puedo decir —Se encogió de hombros y recostó su cuerpo contra la pared a su costado—, estás mejorando.

Idiota.

Una sonrisa socarrona apareció en su rostro y luego de un momento desapareció para abrirle paso a una expresión pensativa. Frunció un poco el entrecejo y apretó los labios hasta que se formó una fina línea.

—Pero aún te hace falta algo de practica. —Sus ojos se oscurecieron y arrugué el ceño cuando todavía con la mirada fija en la mía estiró su brazo hacia atrás y cerró la puerta del baño con seguro—. Tienes suerte de que haya un hombre como yo, tan benevolente, para ayudarte. —Se acercó un paso a mí y rodé los ojos.

No, sin duda estaba sobrio.

—No lo creo bad boy, conozco muchas personas que besan mejor que tú—mentí tras soltar un bufido. Era un imbécil, pero besaba de maravilla.

Su sonrisa volvió a aparecer, tan burlona y atractiva como siempre, y repentinamente me tomó de la cintura y de un movimiento acercó mi cuerpo al suyo. Quedamos a una pequeña distancia, tan corta que lograba oler su perfume, y si había algo que me encantaba en los hombres era que olieran bien. En ningún momento sus ojos abandonaron los míos y pude ver el deseo y la clara invitación a cometer una gran locura en ellos. Era curioso, su tacto no me asqueaba como el de Drake, de hecho, pensar en que me estaba tocando hizo que mi temperatura corporal subiese un par de grados.

—¿De veras?—murmuró sobre mis labios y mi corazón se aceleró, de pronto estaba nerviosa.

-Sí...-susurré y cuando la voz me falló, me maldije mentalmente.

—Me parece que mentir no es lo tuyo. —De otro hábil y rápido movimiento giró nuestros cuerpo y me acorraló contra una de las paredes; sentí su rodilla entre mis piernas y mi corazón comenzó a latir velozmente—. Princesa, simplemente admite que te mueres por besarme. —Nuestros rostros estaban a milímetros de distancia, nuestros alientos se mezclaban y sus ojos descendieron hasta posarse en mis labios.

Y cuando su sonrisa lentamente comenzó a desaparecer y el ambiente se hizo más pesado tuve que esforzarme por mantener mi mirada en sus ojos y no en su boca.

Mierda. Aclaré mi garganta, me negaba a ser la primera en caer.

viniste a buscarme—murmuré cada palabra con lentitud mientras nuestras bocas se rozaban e inconscientemente me acerqué un poco más—, así que creo que el único aquí que tiene que admitir que se muere por besar a alguien eres . —Se remojó los labios y no pude resistirme a bajar la mirada a ellos.

Solo Por TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora