Capitulo 1: Cenizas.

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6 de enero de 2089

La oscura noche los reunió por primera vez.

Las cenizas que caían del cielo se quedaban enrededadas en el cabello del joven soldado, sus ojos grises hacían juego con todo aquel cemento destruido en el suelo.

Hacia un frío que congelaba las extremidades de todos los presentes,sin embargo, el calor de la adrenalina que sentía lo mantenía abrigado.

El cielo estaba teñido con tintes rojos y tonos grisáceos dando un toque apocalíptico a la horrorosa escena que sus ojos estaban presenciando. Ronald Newman suspiró, las casas del pequeño pueblo estaban en ruinas, algunas más que otras, aún así, ninguna se salvaba.

El humo salía de una de ellas, sus paredes eran de un blanco ahora carbonizado y un enorme agujero aparecía en lo que antes era suelo. No dudó en acercarse para asegurarse de que no había ningún herido, su pulso estaba por las nubes, aquellas que comenzaba a soltar como una especie de nieve. Un gemido lo paralizó y con las manos temblando se inclinó un poco para poder ver mejor en el oscuro hueco.

Su corazón se detuvo al ver aquella escena, y sobre todo al fijarse en el estado del cadáver que sostenía una jovencita herida. La muchacha tenía el cuerpo lleno de sangre y se aferraba a lo que parecía ser un niño muerto. Su pecho subía y bajaba en un fuerte shock. El soldado, con cuidado, colocó sus brazos en el suelo y se impulsó para entrar en el lugar. Sus rodillas tocaron el pavimento y con los dedos buscó el pulso del chiquillo. La chica experimentaba espasmos constantemente, y aumentaron al notar que su hermano yacía sin vida sobre sus brazos. Hiperventiló y sus uñas se enredaron en el destrozado pijama de su consanguíneo. Gritó al percatarse de la realidad y el soldado como pudo le arrebató el cuerpo, colocándolo en el terreno.

–¡Hann!–La voz de la muchacha inhundó sus oídos y el hombre dejó que lo zarandeara en busca de algún signo vital, destrozándo el corazón del combatiente. Eran tan solo unos niños. ¿Cómo podían haberles hecho aquello? La joven trató de levantarse pero su rodilla estaba atravesada por una pequeña barra de metal. Chilló de dolor y Ronald jadeó al verlo, era horrible.

–Voy a sacarte de aquí.–Su voz inundó los oídos de la herida quien aún mantenía la cabeza pegada al pecho del niño. Llorando por el dolor y la pérdida. Estaba destrozada y temblaba como un cachorro. Newman aguantó la aflicción de su tórax y la tomó en brazos, tratando de no herirla más de lo que ya estaba. La muchacha soltó un pequeño chillido y se aferró a su cuello, aún con espasmos presentes.

–¡Hann!–Volvió a gritar y el soldado trató de no mirarla, aturdido por tener que llevársela. Si seguía allí sola, moriría desangrada. La ayudó a salir y la estrechó contra él para que no mirase las ruinas de lo que un día había sido su hogar.

Un soldado de cabello rojizo corrió hacia ellos y sacándose la chaqueta cubrió el cuerpo de la muchacha quien lloraba desconsolada.

–Es la única superviviente.–Informó a lo que la joven se estremeció sintiendo un fuerte dolor de estómago, su vida estaba destrozada, sus amigos, su familia... Ronald examinó la expresión de su compañero perturbado por las horribles imágenes.–Hay que llevarla al hospital.–Informó por lo que el soldado de ojos grises se marchó con rapidez hacia su automóvil, abrió la puerta trasera y con delicadeza la acostó en los asientos, la chica tenía la mirada pérdida sin dejar de sollozar. En su mente le prometió que estaría bien. Con rapidez se adentró en el asiento conductor y prendió un viaje hasta el hospital más cercano.

Durante el camino, la muchacha deliraba, pudo escuchar varios nombres desconocidos y su hiperventilación ahogada.

Al llegar dos enfermeras esperaban a los supervivientes con camillas, sin embargo, el horror se adueñó de sus miradas al descubrir que solo ella había sobrevivido. Una de estas, rubia y de ojos castaños, acercó la camilla hasta el coche del soldado, quien como pudo la tumbó.

–¿Cómo te llamas?–Ronald alcanzó a preguntar antes de que se la llevaran. La joven lo miró por última vez.

–Megan...

–No se preocupe, Megan, vamos a ayudarte.–Las cuidadoras la introdujeron en el local con rapidez.

Newman se quedó unos segundos paralizado, sin realmente saber que hacer. La guerra en la que estaban envueltos era un desastre, las atrocidades eran cada vez mayores, pero aquel bombardeo acababa de empezar algo que no tendría un buen final. Se alejó un poco la corbata del cuello buscando oxígeno, aquello le había afectado mucho.

Hasta que llegue la paz Where stories live. Discover now