Capitulo 23: Misiones.

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Megan observó a ambos hombres desde la escalera de la cocina, Neil estaba recostado en la silla con la boca abierta y dormía mientras que Ronald recogía el desastre, callado. Descendió por ellas y lo ayudó a limpiar, Holly se enfadaría si viese todo tan sucio.

–No... tienes que descansar.–Notó lo ebrio que estaba en cuanto abrió la boca, alargaba las palabras y hablaba lento.

La joven negó, divertida por su actitud, parecía demasiado torpe.

–Estoy bien, de todas formas iba a levantarme para estudiar.–Confesó regalándole la mejor de sus sonrisas.

El soldado se quedó mirándola por lo que se puso nerviosa, le gustaba la forma en la que lo hacía, como si fuese la chica más hermosa y especial del mundo. Recogieron todo y Megan acompañó a Ronald a su dormitorio, se tambaleaba tanto que tenía miedo que cayera.

Lo recostó en su cama y este le agarró de la muñeca, buscando atención. La estudiante rió y se alejó.

–Sabes que no puedo hacerlo.–Murmuró con pesar, por mucho que deseaba pasar las noches con él, era muy difícil, Holly y Neil podían pensar incorrectamente.

El soldado hizo un puchero como si fuera un niño y la soltó. La joven se sentó a su lado para taparlo.

–¿Le quieres?–Preguntó refiriéndose al rebelde, el dolor estaba mezclado con su grave y extraña voz. Había estado preocupado, no quería que su respuesta fuera positiva.

Megan alzó una ceja y examinó su rostro, los ojos grises de Ronald querían decirle muchas cosas, sin embargo, nada salió de su boca.

–Ya no lo hago.–Informó y le revolvió el cabello, el mayor cerró los ojos por la caricia. Notó como su corazón volvía a latir con normalidad, más tranquilo.

Se quedaron en silencio en la oscuridad y Megan acabó abandonando el lugar cuando escuchó la respiración pesada del soldado.

Su primer día en el pelotón comenzó después del instituto, sus amigas le habían felicitado entusiasmadas y la invitaron a varios bollos de crema que aceptó con gusto

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Su primer día en el pelotón comenzó después del instituto, sus amigas le habían felicitado entusiasmadas y la invitaron a varios bollos de crema que aceptó con gusto.

Al llegar a la base, una mujer esbelta y uniformada le prestó uno de los trajes. Megan se lo probó y para la sorpresa de ambas le venía bastante grande. Era la talla más pequeña por lo que tuvo que remangarse y enrollar la cintura para que le quedase mejor. Una vez vestida, la acompañó junto a los demás.

Eran todos hombres robustos y jóvenes, solo habían tres mujeres, las cuales, no se quedaban atrás. La jovencita no tardó en sentir aquella inseguridad que odiaba, al lado de ellos era una niña pequeña. Apretó los labios y una chica de cabello muy corto colocó un brazo por sus hombros, le sonrió con amabilidad.

–Soy Beth.–Se presentó para calmarle los nervios, el primer día siempre era muy duro y más cuando no conocía a nadie.–Tú debes ser Megan, hemos escuchado mucho de ti.–Comentó y soltó una carcajada.– Derrotaste a la mayoría de los soldados más fuertes de la prueba. ¡Eso es genial!–Alagó con entusiasmo.

Hasta que llegue la paz Where stories live. Discover now