Capitulo 38: Dobles.

119 18 75
                                    

Jackson se encargó de que curasen a Megan correctamente, había sufrido una fuerte contusión a causa del choque contra el árbol y por suerte consiguieron detener la hemorragia a tiempo.

El mayor de los hermanos Silver no tenía planeado hacerle daño, es más, se quedó a su lado hasta que despertó. Necesitaba tenerla bajo su custodia para asegurarse de que sus compañeros no la tocaban de ninguna forma, al fin y al cabo, era su hermana.

Ambos se habían querido mucho en la infancia, sin embargo, él aún tenía estragos de lo que un día provocó el odio en su corazón.

La espina seguía clavada en su pecho, recordándole que no tenía un lugar en aquella sociedad.

No era el Jackson que había vendido a su hermana. Se horrorizó al escuchar aquel testimonio de los supervivientes que habían salido ilesos de la base.

Los rebeldes tenían dobles de cada uno de sus combatientes, de carne y hueso, todo gracias al maravilloso y sangriento científico Clayton Parks, este había sido reclutado por el jefe de la resistencia que conocía cada detalle de las investigaciones del hombre.

Era increíblemente malo pero un excelente investigador.

Fumó observando el iris confuso de la menor quien descansaba en una pequeña cama del laboratorio junto a varias vendas rodeando su cabeza.

–No grites.–Apoyó el dedo sobre sus labios en el momento que la vio entrar en pánico. –Te dispararán si lo haces.

Megan experimentó como el terror se adentraba en su piel y jadeó por la punzada que nubló su vista. Le costaba recordar los sucesos de la noche anterior, estos eran vaciados por grandes abismos. Por su mente apareció Ronald sonriéndole con la ternura que siempre le regalaba.

Un niño cruzó la sala, tendría alrededor de doce años y a la muchacha le costó darse cuenta de quien se trataba.

–Hann.–La presencia del menor abrumó más su mente, pensó que era solo una ilusión, no obstante, el chiquillo acarició la fría mejilla de su hermana con el pulgar.–Mi niño...–Lloró agonizando e incorporándose con rapidez.

Se mareó y Jackson colocó la palma de su mano contra la espalda de la violinista evitando que cayera. Sonrió al ver su reacción y obligó al infante a dar un paso hacia delante, Hann, casi tan rubio como un limón, abrazó con fuerza a su hermana.

–Sabíamos lo del bombardeo, fui a por vosotros Megan. No queríamos levantar sospechas por lo que coloqué el cuerpo del doble para que te protegiera lo suficiente y mantenerte viva, solo podía salvar a uno, lo siento muchísimo. Se que lo has pasado muy mal...–El rebelde explicó mientras que su consanguínea sollozaba sin parar, destrozada por los años que había pasado pensando que estaban muertos.

La sensación de la piel del niño contra la suya acaloró sus extremidades, anhelándolo. La artista le acarició el cabello y jadeó débil, la ansiedad que tenía prisionero a su tórax la sumergió en nerviosismo. No soportaba estar allí, desprotegida.

–Déjame marcharme, Jackson...–Suplicó, volviendo la mirada al escuchar un fuerte ruido y encontrándose con una persona desconocida adentrándose en el laboratorio.

Contuvo la respiración cuando el científico más peligroso del mundo apareció en su campo visual, lo reconoció por la televisión. Neil Newman le había hablado de él, de los horrorosos experimentos con los que asesinaba a los rehenes.

–Buenos días, señorita Silver.–Susurró junto a una sonrisa maligna.–Déjeme verle la herida.–Intentó colocar los dedos en las vendas y la adulta lo separó de ella aterrorizada.

Hasta que llegue la paz Onde histórias criam vida. Descubra agora