Capitulo 14: Secuestros.

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Megan volvió a casa aquella noche, Ronald le había prometido estar atento para que se sintiera segura. El silencio dentro del coche los arropaba.

Detuvo el vehículo justo delante del hogar, sin embargo, ninguno de los dos salió. La muchacha se aferraba a su mochila pensativa y Newman trató de adivinar sus pensamientos, ella se había mantenido distante desde la conversación y solo se acercó cuando volvió a entrar en los calabozos, quedándose detrás del soldado.

Al contrario que la noche anterior, Megan no se derrumbó, si no que mantuvo la compostura y se sentó frente a la celda de su hermano, quien presentaba varios golpes en el rostro. Jackson Silver parecía ocultar algo más y la joven estaba segura, gracias a un mal presentimiento, de que aquella no sería las última vez que lo verían vivo.

Tal vez por eso tenía la mente pérdida.

Abrió la puerta para poder abandonar el vehículo pero Ronald la detuvo.

–Toma.–El soldado le entregó una fea pulsera, era de plástico duro y en el centro había un pequeño botón azul.

Megan lo examinó confundida.

–¿Qué es esto?–Cuestionó sujetándola y girándola.

–No estas segura.–Advirtió.–Si te encuentras en peligro o me necesitas vendré, solo tienes que presionar en el botón. ¿Correcto?

La menor se puso nerviosa, odiaba ser tan vulnerable al peligro.

Ronald estaba lo suficientemente ocupado como para estar atento a sus necesidades.

–Estaré bien.–Contestó y aún con esta en la mano  dejó el asiento libre. El aire de la calle le acarició el cabello, un sentimiento extraño le revolvió el estómago. Notaba un gran vacío en su interior.

–Debes avisarme.–Volvió a insistir y ella apretó sus labios.

–Recógeme mañana por la mañana, es lo único que necesito.–Rechazó la oferta una vez más.

Ronald, impotente, asintió. Dudó antes de marchase, quería que confiase en él, no podía soportar que le ocurriese algo malo. Megan era muy importante y necesitaba protegerla, pero la adolescente solía ser demasiado cabezota.

Observó el coche desaparecer por el camino y se tocó el pecho afligida.

Quedarse sola le provocó una enorme ansiedad, ahogándose.

Entró y al ver a Holly en la cocina permitió que la abrazase, apoyándose en su ayuda. Con la cara en su cuello, cerró los ojos verdes con fuerza.

La curó como la primera vez que pisó la casa, tiernamente y cuidadosa, como si fuese su hija. Deseó serlo de verdad, así, jamás hubiera conocido a Jackson, ni sentiría la decepción asfixiarla.

No cenó, extraño en ella, y se acostó en la cama mientras se abrazaba.

Un fuerte golpe en su ventana la despertó horas más tarde, abrió los ojos asustándose al percibir que el cristal estaba abierto de par en par. El terror la invadió y una mano le tapó la boca impidiendo que gritase.

Buscó el rostro del atacante y se llenó de enfado cuando descubrió que Jackson había conseguido escapar.

–Gritas y te mato.–La empujó para que se levantase, le colocó la punta de la pistola entre las costillas.

Megan se agarró con fuerza a su brazo, desesperada por no poder pedir ayuda. La arrastró escaleras abajo, sin hacer ruido. La inquietud de tener el arma amenazándola no le dejaba pensar correctamente. Tras intentar zafarse varias veces, temerosa, Jackson consiguió introducirla en un coche lleno de hombres desconocidos.

Hasta que llegue la paz Where stories live. Discover now