Capitulo 5: Jackson Silver.

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En la penumbra, un joven hombre sacaba un arma del bolsillo de su chaqueta y apuntaba a la mujer que tenía justo delante. Resbaló su dedo índice por el seguro para escuchar seguidamente el suave disparo. La fémina cayó al suelo, sin vida. Con ligereza colocó una rodilla en el suelo, y la despojó de cada objeto de valor, haciéndose con un gran botín de oro.

Jackson Silver sonrió sin dejar de ver el rostro muerto de su víctima. Era una estúpida habitante. Él llevaba mucho tiempo con los rebeldes como para tener compasión por uno de ellos. Siempre había odiado pertenecer a aquel lugar por lo que decidió abandonar a sus dos hermanos y unirse a las filas de traidores.

Raramente pensaba en la familia, Megan y Hann sabían cuidarse solos. La adolescente era lista, mientras que el menor lo consideraba demasiado pequeño como para dar ningún tipo de problema.

Abrió la caja de sus cigarrillos y se llevó uno a la boca, encendiéndolo.Tomó una calada dejándose llenar por el humo y el tabaco. Era feliz a su propia manera.

Megan se quedó allí de pie, con los ojos perdidos en la tumba de Hann

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Megan se quedó allí de pie, con los ojos perdidos en la tumba de Hann. Su mano sujetaba una rosa roja. Algunos de sus pétalos estaban húmedos por las lágrimas de la muchacha, sin embargo, en aquel momento se permitió contener las ganas de romperse por completo. Aún no podía creerlo. ¿Cómo habían llegado a tal punto?

Sus hombros pesaban demasiado y la culpa se adhería a los músculos de la espalda. Quiso ser ella y dejar que Hann disfrutase de todas las oportunidades que aquella familia le brindaba. Esa misma mañana, Ronald le había dado la noticia de que iría al mejor instituto del distrito, y se sintió tan agradecida que no fue capaz de articular ninguna palabra.

Siempre había soñado con seguir sus estudios, pero desde que era la cabeza de familia decidió dejar aquel humilde propósito a un lado.

Se agachó y dejó la flor en la tumba. Había comenzado a llover pero Megan no lo notaba, sumergiéndose en breves recuerdos donde Hann la abrazaba con ternura y comía de sus horribles comidas sin rechistar. Acarició la lápida para después apretarla con fuerza, dejando su palma roja.

–Lo siento muchísimo.–Sollozó angustiada, deseando que la oyera de alguna forma.

Ronald salió del coche al notar la fuerte lluvia y caminó hacia la muchacha. Al principio había dejado que fuera sola, permitiéndole aquel momento de intimidad, más tarde, comenzó a preocuparse de que no volviera. Podía enfermarse si seguía desprotegida.

Se sacó la chaqueta y la cubrió.

Megan pareció no importarle su presencia, su fino rostro seguía atento al nombre tallado en la piedra gris, nostálgica y derrotada.

Su pecho era atravesado por fuertes pinchazos de dolor.

–Debemos volver.–Cortó el silencio minutos más tarde obligando a que volviera a la realidad. La muchacha pareció asentir y dejó que la ayudara a levantarse. Se despidió mentalmente para después seguirlo de vuelta al coche.

Hasta que llegue la paz Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt