Capitulo 37: Equivocarse.

81 16 35
                                    

Despertaron al día siguiente solos en el departamento, Megan tenía la cabeza apoyada en el ejercitado brazo de Ronald mientras que este pasaba el dedo índice por las marcas de su espalda.

El rostro del hombre estaba adornado por una hermosa y alegre sonrisa. Verla lo había hecho muy feliz, tanto que pensó que se trataba de un profundo sueño. No confío en su palabra al principio, la conocía perfectamente para saber que la decisión de su padre sería efectiva y que la joven no pondría ningún impedimento, ahora, con ella dormida a su lado comprendía que Megan no era débil en absoluto.

Plantó un beso en el hombro de la violinista para después vestirse y recoger el desastre de la fiesta. Limpió el departamento y preparó el desayuno, la chica no tardó mucho en despertarse y desayunó agotada junto a él.

Su estómago se revolvía cada vez que pensaba en la furia de su padre, sin embargo, el continuo mimo de Ronald la relajó lo suficiente para olvidarlo durante las horas que pasaron juntos.

Ambos enamorados fueron a la casa de los Newman para comer y estos se vieron sorprendidos por la presencia de la menor, sonrientes habían hablado sobre la vida, la guerra entre los distritos ya ocupados por rebeldes y lo hermosa que se veía la muchacha de ojos verdes conforme el tiempo pasaba.

Neil la miró con orgullo cuando se percató de la cercanía entre Ronald y ella, su hijo estaba cuidándola como debía, podía sentirse tranquilo.

–¿Quieren que contraigas matrimonio?–Holly preguntó horrorizada a la vez que dejaba la sopa sobre la mesa.

Neil repartió las porciones con el ceño fruncido.

–Sí.–Megan no miró a Ronald, avergonzada, y volvió a sentir aquel nerviosismo que hacía que su estómago se revolviera.–Me escapé, seguro que se llevó una mala impresión de mi.–Se mordió el labio inferior y tomó la cuchara para hundirla en el caliente caldo.

–No pueden obligarte, Megan.–Neil habló esta vez, preocupado por ella.

–El problema está en que mi padre ya lo ha arreglado todo, los preparativos, la familia...–La ansiedad de volver a recordar que probablemente no tendría una escapatoria provocó que sus piernas temblasen.

–Aún hay tiempo para impedirlo.–El mayor de los Newman sonrió y cambió la mirada hacia su hijo, más callado de lo normal. –Y tú, Ronald. Quiero que la acompañes de vuelta a casa. ¿Escuchaste?

El viaje de vuelta fue silencioso, necesitaban decir muchas cosas, sin embargo, ninguno de los dos se atrevía a hablar. Megan fue la primera.

–Estoy dando clases de piano a una niña.–Informó y se detuvo a examinar su reacción.

El sargento sonrió y asintió.

–¿Te gusta hacerlo?

–Me encanta, he estado pensando en abrir mi propio conservatorio, en el distrito O.–La ilusión en su voz alegraron al mayor, eso era lo que quería, que volviera a ser la chica decidida que había conocido, necesitaba curarse mentalmente.

La joven estaba marcada por los acontecimientos pasados y él sabía que era duro recordarlos continuamente, muchas noches que habían estado juntos, el soldado se había despertado por los gimoteos y pesadillas de su compañera, la abrazaba y esta se volvía a dormir como si nada hubiera ocurrido.

Le quemaba por dentro, si tan solo pudiera volver atrás la habría salvado mucho antes.

Pero ya no tenían la opción de volver atrás y Megan luchaba por seguir avanzando.

Hasta que llegue la paz Where stories live. Discover now