Capitulo 36: Caer.

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A Megan le hubiera gustado decir que después del bombardeo Ronald y ella se volvieron a ver.

Pero no fue así.

La violinista regresó a su vida de estudiante junto a una costilla rota y varios hematomas por su esbelto cuerpo. Sus compañeros le preguntaron que había ocurrido, sin embargo, tan solo dijo que se resbaló por las escaleras.

Nolan la llamó para invitarla a tomar un café, ella no aceptó.

Conforme los días pasaban comenzaba a cansarse de su insistencia, necesitaba ese tiempo sola, pero, aunque parecía que el mayor perdía el interés, siempre regresaba para pedirle favores que no podía hacer.

Otro de los motivos por los que no conseguía avanzar con su lucha fue la visita repentina de Pat Silver a su departamento, estaba casado nuevamente y la mujer, Anne, parecía simpática. La trató como si fuera su hija, no obstante, hubo algo que le molestó demasiado.

–Te hemos encontrado un prometido, tu padre y yo hemos hablado, creemos que lo mejor es que te cases para que consigamos pagar las deudas de tu universidad.–Le dijo feliz y risueña.

Megan casi se atragantó con los macarrones, bebió agua sin llegar a tomárselo enserio.

–¿Cómo?–Preguntó alzando una ceja y deseó que todo fuera una broma.–Ahora mismo no quiero ninguna relación y mucho menos me apetece casarme.

–Es buen partido, un político muy bien cotizado, algo mayor sí, pero es atractivo.–Prosiguió el padre, pasando por alto la mirada perpleja de su hija.

–No.–Volvió a negarse.–Padre, ni siquiera lo conozco.–Replicó y la pequeña sonrisa de la mujer la congeló.

Todo había estado planeado desde un principio.

–Vendrá esta noche.–Sentenció.

Las horas que prosiguieron estuvieron llenas de nervios por parte de Pat y su mujer quienes se veían agobiados por la falta de interés en Megan.

No se duchó, ni se arregló.

Por otro lado, se escondió en el dormitorio para llamar a Ronald con el corazón en la mano y este contestó medio dormido.

–Quieren que me case.–No le saludó, permitió que aquella frase lo despertase por completo.–No se que hacer...

El soldado no tenía una respuesta concreta, aturdido por la noticia y enfadado por la sumisión en la que Megan estaba envuelta.

Tenía que ser clara.

–Megan, esta es una de las razones por las que te dije que no podíamos estar juntos.–Murmuró siendo duro con ella, debía de comprenderlo de una vez.

Escuchó la respiración agitada de la chica, asustada.

–Mi padre se enfadará mucho conmigo, no quiero que lo haga. Sabes que lo ha pasado muy mal y...–El suspiro agotado de Ronald la acalló.

Lo estaba decepcionando.

–¿Crees que por eso tiene el derecho de hacer contigo lo que quiera?–El enfado cubrió su voz, entristeciendo cada milímetro de Megan.–No eres un objeto, asúmelo ya.

La indecisa joven se recostó en la cama, sin colgar, cansada y con un dolor de cabeza horrible.

–Me negaré.–Susurró con los ojos llenos de lágrimas, notó como el calor se llevaba la paz de sus extremidades.

–Muy bien...–El mayor no la creyó del todo, conociéndola y percatándose de que su valentía se veía amordazada por el amor que sentía hacia su padre.

Hasta que llegue la paz Where stories live. Discover now