Capitulo 24: Fiesta y balas.

118 26 53
                                    

Se miró al espejo analizando su aspecto. El vestido era ajustado y realzaba su fina figura, tenía la espalda descubierta, dándole un toque sensual y sin vulgaridad, algunas cicatrices se asomaban pero Beth, quien le había prestado aquella prenda de ropa, le maquilló un poco el lugar.

–No tienes que cubrirlas, Megan.–Comentó al notarla tan nerviosa e insegura.–Nadie va a fijarse.–Pasó el pincel por sus omoplatos, era la parte donde más marcas se concentraban.

–Son horribles.–Contestó y pasó las palmas de sus manos por la tela de su cintura, se veía guapa, el poco maquillaje que había colocado sobre su rostro le daba un toque serio y maduro, la de pelo corto le había alisado el rebelde cabello y este caía hasta debajo de su pecho.

–Las cicatrices son bonitas a su propia manera.–Expresó para deshacerle la inseguridad que aumentaba en ella.–No has elegido tenerlas pero forman parte de ti, debes quererte.

Beth era una persona agradable y había forjado una buena relación amistosa con la menor del pelotón. Cuidaba de ella como si fuera su hermana pequeña y la ayudó a integrarse en el grupo de soldados. Pronto se habían cogido cariño y quedaban en sus tiempos libres.

Era el cumpleaños del estratega, por lo que Bale Sykes había invitado a todos los soldados de la compañía a una fiesta privada. Megan había dudado, jamás estuvo en una y se sentía fuera de lugar, acabó aceptando cuando Neil le comentó que Ronald iba a estar allí.

Se veían en los entrenamientos pero el adulto llevaba tiempo sin aparecer por casa, no le gustaba estar tan distanciada de él. Extrañaba los momentos de intimidad, sus encuentros siempre estaban repletos de gente.

La mujer dejó de maquillarle las marcas y se alejó admirando su trabajo, la estudiante ya no parecía una niña. Sonrió entusiasmada y se mordió el labio inferior.

–Vas a partir muchos corazones.–Aseguró y Megan rió avergonzada.

No necesitaba que los demás le prestasen atención, ella solo quería la mirada de su sargento.

Salieron de casa y se introdujeron en el coche de Beth quien condujo hasta llegar a la mansión de Bale, Megan se preguntó si las mellizas y Ágata estarían en la fiesta. La hija del jefe era bastante dura con la morena, el enfrentamiento de la piscina había sido una tontería, sin embargo, parecía que aquello había condicionado su amistad.

Detuvo el vehículo en el inmenso jardín de la casa, la música envolvía el ambiente y ambas chicas caminaron hasta la puerta principal. Una vez cerca de esta, la de ojos verdes se abrumó por la cantidad de personas que habían allí, bailaban y saltaban con copas en la mano. Beth colocó ambas manos sobre los hombros de su compañera y la introdujo.

Megan reconoció varios rostros, los gemelos estaban en una improvisada barra y le hicieron un gesto para que se acercasen, llegaron hasta ellos y Kai, el más bajo, pidió varias bebidas alcohólicas. Peter, quien se diferenciaba por tener el cabello más largo, les hizo un hueco para que no se chocasen con los invitados.

–Prueba un poco, niña.–El alto se burló con cariño y la morena rodó los ojos para después golpearle amistosamente en el brazo.

Tomó un vaso lleno de ginebra y acercó los labios al cristal, el líquido resbaló por su garganta seca y frunció el ceño.

–Que asco.–Murmuró y ambos gemelos rieron.– No entiendo porqué os gusta tanto.

–Tú bébelo y comprenderás la sensación.–Kai era una mala influencia, Megan acabó bebiendo de nuevo.

El grupo de soldados disfrutaba de la velada, mientras que la menor, buscaba con la mirada al soldado de ojos grises. Necesitaba hablar con él.

El mareo golpeó su cuerpo y tuvo que sujetarse al hombro de Beth, el alcohol comenzaba a hacerle efecto. Peter tomó sus manos.

Hasta que llegue la paz Kde žijí příběhy. Začni objevovat