La oscuridad los unió en un manto de cenizas y horror. Sangre y lágrimas forjaron la confianza, mientras que el amor quiso sanarlos a ambos.
Megan, una joven superviviente de un bombardeo, y Ronald, un soldado; deben aprender a cuidarse mutuamente d...
Este capítulo habla sobre un tema muy serio como es la violación, además de contener lenguaje vulgar.
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Megan se sentía muy sola. La vida en el distrito 6 era muy diferente a cuando residía en el 0. Iba a un instituto pequeño, donde la mayoría de las personas no ponían esfuerzo en estudiar y los profesores eran bastante maleducados.
Le había suplicado a su padre, día tras día, que su sueño era ser soldado y que la dejase volver a practicar para unas pruebas, sin embargo, esto sólo alimentó su ira. La mayoría del tiempo estaba enfadado. Pat siempre había sido así, malhumorado, pero las circunstancias y el secuestro le habían empeorado el carácter.
Eligió la carrera de música por ella, con la excusa de que era por su bien, para estar protegida de cualquier peligro, Megan no lloró, aguantó la impotencia y no se atrevió a llevarle la contraria.
Estaba feliz por tenerlo a su lado.
Las noches eran demasiado largas, Megan se sentaba en el hueco de la ventana y observaba las estrellas con el corazón destrozado, se preguntaba si Ronald seguía amándola. No quería ser egoísta, impedirle que estuviera con otra mujer era estúpido, ellos no se volverían a ver.
Pat se lo había negado por completo, los gritos y las reprimendas cuando abandonaron el hogar de los Newman provocó que Megan sufriera un ataque de ansiedad. Quiso salir del coche y correr de vuelta a los prados. Su padre no comprendía lo que sentía por Ronald, lo enamorada que estaba por el soldado.
–No seas una zorra.–Fueron sus últimas palabras hacia su hija, quien se paralizó al escucharlo.
Ronald Newman estaba completamente prohibido.
El mayor de los Silver quería introducirla en un tarro y alejarla del mundo real para protegerla, aunque lo único que estaba haciendo era que Megan se alejase aún más.
A pesar de los momentos malos, la de cabello largo se desahogaba tocando el violín para él, era el único instante donde su padre no estaba serio, la música de la jovencita hacía que sus problemas se disiparan en el aire. Este instrumento fue muy importante semanas después, cuando los bombardeos volvieron a retomar el cielo.
Las alarmas sonaban en las noches y ambos corrían al refugio de la ciudad, Megan, aún con el trauma pegado a su espalda, se escondía en un rincón atestado de gente y abrazaba el regalo de Ronald con todas sus fuerzas. Uno de esos días, un niño de piel pálida y de ojos azules se atrevió a pedirle que diera un pequeño concierto para él. A la joven le brillaron los ojos cuando las personas comenzaron a juntarse para escucharla, el terror mezclado con su melodía contrastaba con las explosiones que estremecían a todos.
La apodaron como la violinista.
Comenzaron a contratarla en distintos eventos, Pat se mostraba muy ilusionado con ello y no dudaba en aceptar las peticiones, la artista, por otro lado, hacía lo que le mandaban.
