DECIRSE SOBRE UNA NOCHE

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No habrá prado más

vulnerado e ígneo que necesitarte.

Oh, apreciar, ¿qué me has hecho?

Oh, nacer, ¿qué me has muerto?

¿Por qué debo yo, específico yo,

pertenecerle a los sufrires?

Oh, Alan Crispo, ocurriste

siendo la ceniza de todo...

* * * * *

Tú, preciso límite de la externa

lentitud, mi sangre sangrará

la sangre definida del nombre tuyo...

de una ya ajena lejanía

se me han desunido por siempre

las lágrimas de tus recientes ojos

al ver a tu último tú.

Como si el Tiempo se diese

único en el lugar sometido a la lluvia cayendo

por todos los ausentes lados,

debo de ser nada para el Tiempo.

Y doy al viento el presagio:

Me ensombrecerán las tierras

que demorarán el estar vivas;

daré sombras que no quise ser.

Sigo el presagio del viento:

La noche en todo de mí

obtiene una herida negra y presenciada

por las presencias que me abandonarán

en algún mañana:

seré nuevamente desdichado:

es un frío inevitable de aquel mar

en el cual me avanzan y me comienzan

las endechas posibles.

Y tú, siempre alguien,

siempre los cielos

me silenciarán aun de tu olvido

cuando esté yo en cesar de ser.

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