MALABIA

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¿Cómo sé que la tarde

perdió su tarde?

No habrá mis ojos

pues hay demasiado exterior.

¿Qué me hará el llegará?

¿Qué haré con el miedo

que, taciturna, me ha legado Pizarnik?


Según la fragancia,

en las azoteas,

la desmoronada pérdida de los colores

comienza la lejanía;

me dirige el azar al patíbulo

que es el vivir instantes

hasta ir muriendo.

Solo aquí hay estas oscuridades,

estas lozanías;

solo aquí hay que la varia y devuelta

noche retorne el rumor de las cosas

no divisadas.

Es que ninguna vena contiene

una sangre que haya dispersado las lindes

de este barrio, y, sin embargo,

su bermeja implicancia recuerda

a la suavidad de contemplar

visibles astros.

¿A cuánto me refiere

el suave entender?

¿A cuánto me devana

la sucesión de haber vastedades?

Oh así vuelvo y marchito

lo que queda del ido fuego.


La anochecida nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora