GÁLATAS II, 20

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Seguiré eternizando bajo el crepusculario

acento de la noche muerte que se deshizo

de mi carne y que dará un cálido paraíso

a la sangre quieta y al apretado sudario.


¿Por qué serían otras de estas las afirmadas

áreas de la sombra cercana en donde rojos

fueron los dedos y abiertos los cristianos ojos

que disiparon voluntades un día dadas?


No importará el muerto mártir en el definido

y circular Tiempo; tampoco las sepultadas

memorias si tú serás libre y haya existido


aquel Otoño en que eran posibles y anheladas

tus graves manos en mis manos. Que te hayas ido

no importará; he muerto, pero sé que tú me amabas.

La anochecida nocheDär berättelser lever. Upptäck nu