GUERRERO TRISTE

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Ya cerca la patria; ya cerca la tierra a través de la diversa intervención del mar. Con fruición me reclama esta esperanza. Qué importan las heridas y la sangre tolerada en el pecho; la fiebre, Lepanto bajo el día, bajo la tempestad de la alabarda, bajo la batería estrepitosa de cañones, del fuego agotado; qué importa todo lo que no veré más.

Toco con estos dedos, que tocaron la arena, el filo del papel y las letras y las cartas que aún perduran con su tinta precisa. Toco con estos dedos que reunieron la ceniza, todo lo que puedo tocar. Y es cuando en esa claridad tenue de su reflejo, prefieren los batidos remos un comienzo, una crueldad, una desidia. La enemiga oscuridad conoce la enemiga oscuridad. Entre la breve luz del hierro, veo las caras llenas de vientos y mareas; en ellas permanece la sal separada por la madera. Una razón (no mi mano) hace de mi mano el destino de las cartas. Allí en el aire; allí en el agua que no se mueve; allí la letra que se hunde; allí cierto hidalgo que no dará mi pluma; allí la bifurcación de otro destino que nunca sabré.

Las joyas y el oro y nuestras armas les fueron suficientes. Nada de importante fuimos para Dalí Mamí. Y se van como el olvido, sólo se van.

Ahora el aire roto es por la dicha, porque mis años no sabrán Argel ni los azotes ni la muerte de mis cercanos. Sé de un modo demasiado secreto, que el porvenir no erigirá mis invenciones. He dicho que nos reconoció la dicha, porque somos libres, pero algo en mí implica una profunda tristeza. No seré la Literatura.

La anochecida nocheOnde as histórias ganham vida. Descobre agora