PersonajesxMale!Reader (Yaoi - Volumen II)

SVTFOE: Jushtin Butterfly | AU F·R·I·E·N·D·S | Alta costura de urgencia

[N/A (Nota publicada originalmente en Junio 2020): Bueno, este fic es curioso porque ni siquiera sabía que este personaje existía. Abandoné la serie de la tabla mágica en la primera temporada y les diré ahorita. Resulta que hace días uno de mis roomies me dijo que los idiotas de Cartoonología hicieron un especial para celebrar el año del final de esta cosa y luego ese roomie me dijo que debería hacer un fic robado. Este AU fue hecho por un tal Moringmark, uno de los famosos artistas del fandom de SVTFOE y el responsable de que el auge de los shippers se hubiera dado a muerte en Latinoamérica. Él se robó mi fandom, que yo vi nacer y crecer incluso antes de que llegara a México, yo me robaré su AU. Ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón, dicen de este lado del muro. Además, la serie F·R·I·E·N·D·S es un puto asco, asies, me la aventé toda hace años].

Canción-OST: "PS2" de Litany.

Tiempo estándar de lectura: 00:07:28

Palabras: 1620.

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—¡¿Estás demente?! ¡No puedo darme ese lujo!

—Siempre dices eso.

—No es una opción, (n/a). No puedo irme así, y tampoco puedo faltar. Es la asamblea más importante del año escolar en la Facultad.

—Creí que la asamblea más importante del año era la del Partido Demócrata.

—No cambies de tema, niña —le contestas con el dedo índice levantado hacia ella.

Tu amiga solo se ríe ante lo que has dicho, sin ocultarlo.

—Esto es mi culpa —dice.

—Sí, claramente es tu culpa, (t/n). Hace tiempo que no ocupas un traje y piensas que el que heredaste te va a quedar como siempre.

—Soy un hombre ocupado, ni siquiera voy tan formal a eventos así.

—¿Y qué ocupas en esos momentos?

Bajas la vista hacia el suelo. Y te miras. Tu estatura promedio, tu cabello (t/c), tu piel (c/p) con tu rostro que intentaba madurar para aparentar ser serio en la capital cosmopolita por excelencia.

—Un traje de piezas.

—¿Cómo?

—Siempre le pido prestado algo por separado a mis amigos. Las camisas las tengo. Una blanca y una rosa. Pero el pantalón, el saco y la corbata siempre los pido prestados.

—Bueno... ¿Podrías hacerlo?

—¿En verdad tú no vendes piezas?

—De urgencia, ahora no... Ya todo lo distribuyeron en todas las tiendas. Tendrías que recorrer Manhattan, Staten Island, el Bronx...

—¡No tengo tiempo para eso, niña! ¡La asamblea es en cinco horas!

—¿Cinco horas?

—Ustedes las mujeres tardan el día entero arreglándose...

Ella suspira y se lleva la mano hacia la cara en señal de hartazgo.

—Mira... El pantalón te lo puedo vender, sin duda. Es de poliéster.

—¿Y cómo combino el pantalón?

—Mira... Esta vez yo no puedo ayudarte, pero conozco a alguien, un amigo mío, que se encarga de cosas como esta. Quizá tenga un saco que al menos no te haga ver tan mal...

Suspiras de hartazgo.

De nuevo regresas la mirada hacia el espejo largo. Miras las paredes-estantes de madera que cubren la tienda, respaldos de camisas, corbatas, pantalones, y demás otras cosas similares. Y el letrero que marca las ofertas para un traje que, en este preciso momento, no podías pagar. Te observas de nuevo.