Rhinestone Eyes -Kookmin/Namjin-

Saturnz Barz

Era un lugar hermoso, la opulencia del mismo estaba conformado por objetos que Seokjin solo había visto en simulaciones, pero estos eran reales. Las personas estaban ataviadas con ropas que tampoco había nunca a nadie usar más allá de en los viejos films o fotos históricas. No podía reconocer los rostros de las personas que se veían difusos contrastando con la nitidez del escenario. 

Enormes candelabros colgaban del techo iluminando la estancia con fuerza y haciendo proyectar a los cuerpos oscuras sombras en las paredes. Pero estas sombras no eran de personas, eran sombras de animales, cada anónimo en el salón proyectaba sombras no humanas que no se asemejaban con su figura. El mismo volteo y observo que no proyectaba ninguno, como si no fuese un ente corpóreo.

Pero una silueta llamó su atención, la de un hombre que reconoció, alto y de piel oscura, su sombra estaba acorde a su figura. Al igual que él, el hombre parecía aislado de lo que ocurría en aquel lugar, Seokjin fue a acercarse, notando que sus pasos carecían de sonido. Rápidamente el hombre comenzó a andar, no parecía haber notado a Seokjin quien lo siguió aunque sin poder igualar su ritmo, se sentía demasiado liviano, teniendo que ejercer una mayor fuerza para avanzar porque su cuerpo no ofrecía casi resistencia.

El hombre comenzó a bajar por unas escaleras en espiral que le daban vértigo, las mismas no tenían barandal y eran tan profundas que no veía su final. En algún momento le perdió la pista,  observando solo su sombra que se alargaba por las escaleras. Bajo tanto que sus rodillas no resistieron y cedieron ante su peso, evitando caer al precipicio cayendo en sobre su trasero en un escalón y agarrando con sus manos otro superior.

Para evitar más percances siguió bajando sentado en aquella posición arrastrandose. Quito su camisa para envolverla entre sus manos que se ampollaron al continuar sin descanso su descenso, tanto esa tela como la de sus pantalones se desgasto llegando al punto de romperlas por el roce. No sentía cansancio, de hecho ninguna necesidad física y hasta las pequeñas heridas que empezaron a salir en su piel por el roce se sentían adormecidas.

Cuando pudo vislumbrar el final seguía bastante lejos de este, que solo se manifestaba en un lejano punto pero fue suficiente para infundirle la energía de levantarse entre sus pies. Bajaba, bajaba todo lo rápido que podía para no resbalar, siguió hasta notar que el final era una puerta, que al estar al igual que todo rodeada de blanco, era como si estuviese suspendida. Cuando pudo ver la puerta noto algo más, a alguien, volvió a ver al hombre dueño de la sombra, solo para observar como abría la puerta y entraba por allí haciendo desaparecer por completo su sombra.

Seokjin quiso gritarle, que no lo dejase solo, que no se fuera, pero no pudo.  De su boca no salió voz alguna y la desesperación que había estado ocultando en su pecho estallo haciéndole correr hacía abajo ignorando su anterior precaución. Chocó con la puerta al llegar pero su desesperación ocasionada por la desaparición de quien le acompañaba en silencio y a la distancia, le impidió regocijarse o sorprenderse por alcanzar el final.

De pie desnudo junto a la puerta, con sus palmas y muslos sangrantes, movió la perilla y se adentro. No había nada más que oscuridad, la negrura lo consumía y empezó a respirar superficialmente, sin poder retener mucho aire en sus pulmones ¿Dónde estaba el portador de la sombra?  Se dio la vuelta pero ante la oscuridad no podía volver a encontrar la puerta.

-Tranquilo, cierra los ojos, deja que se adapten a la oscuridad

La voz le era familiar, pero no lograba reconocerla, le transmitía paz e hizo lo que dijo. Poco a poco su respiración volvió a la normalidad, su cuerpo dejo el entumecimiento y sus heridas empezaron a escocer, sus piernas debilitadas por el cansancio cedieron pero el hombre lo sostuvo cobijandolo entre sus brazos, una brisa fría rozo su piel. Abrió la boca pero esta estaba muy seca para emitir palabra, sintió un toque en sus labios.