4. Tratos propuestos

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Es mi segunda noche en High School Pyrex. Tuve unas cuantas clases más con el pasar del día, hasta pude presenciar como diciplinaban a los chicos y debo decir que ahora quiero beber de una taza con mi meñique alzado. Todo era demasiado elegante.

Luego de eso la tarde pasó más rápido de lo que esperaba y terminó en una fría noche que me hace aferrarme a las sábanas de mi cama asignada. Desde donde estoy puedo ver a Conan hacer lagartijas y a Ares leyendo sobre su cama, a Robin lo veo cada cinco segundos pues está haciendo abdominales en el suelo frente nuestra litera.

— ¿Qué habrá que hacer mañana? —Inquiero haciéndome una pequeña bolita con las sábanas a mi alrededor. Escucho a Conan resoplar por el máximo esfuerzo que imponen en su cuerpo.

—Hay que ver qué pasa mañana —quien habla es Ares con la voz enronquecida por la falta de uso y destacando su acento. No levanta la vista del libro que tiene en sus dedos. Me incorporo quedando sobre mi estómago, flexiono los codos apoyando la cara en mis palmas abiertas.

—Lo más probable es que nos pongan hacer abdominales o lagartijas. Te sugiero estirar el cuerpo hoy en la noche para sentirte relajada al dormir y no tener los músculos tan tensos la mañana siguiente —jadea Conan levantándose del suelo secándose el sudor con una toalla pequeña que cuelga de la litera de Ares.

Con eso Ares baja de su cama e imita las acciones que Conan hacía antes. Arrugo las cejas pero lo observó hacer lagartijas con bastante dedicación.

Aunque me encantaría acatar las sugerencia del pelinegro y aprovechar sus consejos me mantengo sobre la cama con Robin subiendo y bajando con las mejillas rojas del esfuerzo que lleva a cabo.

—Si sientes que vas a desmayarte habla —recomiendo. Robin me echa una mirada divertida antes de detenerse colocando sus codos sobre sus rodillas flexionadas se inclina hacia mí como si fuera a besarme y yo me echo un poquito para atrás.

—Robin —regaña Ares y no sé cómo pues no nos está viendo.

—Haz caso —dice Conan.

Robin sigue inclinado hacia mí y por mera maldad le doy un besito en la nariz que lo hace sonreír. Hasta puedo notar un dulce sonrojo en sus mejillas ¡Que lindo!

Él sacude la cabeza como saliendo de sus cavilaciones.

—Cuéntanos acerca de ti, Ava —sugiere el castaño frente a mí llevándose el sudor de su frente con el dorso de la mano.

—Bueno, vivo con mi papá, tengo dos mejores amigos vine aquí por notas bajas y ya —aprieto los labios finalizado mi relato. Robin esboza una mueca aburrida mientras se levanta del suelo.

— ¿Algún novio? —La risa de Conan vibra en las paredes del cuarto.

—Ese truco ya está usado —comenta el pelinegro —. Prueba con otra cosa.

— ¿Vas a empezar? —Le riñe Robin, luego vuelve a mí —, A lo que me refería era si además de esa parte aburrida de tu vida hay algo más interesante.

—Una vez me lancé de la ventana de la sala para no verle la cara a una tía —parece que lo que acabo de decir es lo suficientemente interesante como para hacer que Ares deje de hacer lagartijas, mas, no es suficiente pues las vuelve a hacer.

—Sigue siendo aburrido ¿Jamás te has escapado? ¿Has hecho algo ya sabes inapropiado?

Arrugo las cejas mirando más la sábana de mi cama que a Robin porque empezó a bailar las cejas y eso me dejó un poco inquieta.

—No, nunca.

Robin toma asiento en la cama de Conan estirando los hombros.

—No has vivido entonces —se regocija sin tacto, y, por ende Ares, quién ya terminó de hacer lagartijas, le golpea la cara con una almohada —. La violencia estaba de más.

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