23. Obra interminable

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Debería decir que estoy nerviosa pero no es así... Bueno, tal vez un poco.

Por fin es sábado, ayer fue un muy ajetreado viernes tanto para los del club de teatro como para los de fútbol americano y las porristas debido a que, mañana en la noche, se hará el juego de las eliminatorias de High School Pyrex contra una de nuestras preparatorias vecinas. He visto a Lucas Pyrex más veces de las que puedo contar con mis dedos en el campo de fútbol americano, nuestro nuevo director está tan ansioso como todos los demás debido a ese juego. Mañana se definirá si la preparatoria califica para los juegos importantes.

He estado toda la mañana en el teatro de la escuela al igual que el club de teatro. Del mismo modo los de americano están en el campo practicando, estilando sudor y triunfo anticipado. Me gusta estas épocas en la preparatoria, son tan importantes y emocionantes. Sentir las sensaciones a flor de piel al igual que las ansias de que todo vaya de bien a mucho mejor.

Nadie me ha quitado mi sonrisa de la cara, ni siquiera sabiendo que me daré un beso con Stephen al final de la obra. Insistí con Gillies ayer en las prácticas pero lo del beso quedó más que obligatorio en el guión. No tengo vuelta atrás, ni siquiera una escapatoria.

Miento si digo que no temo por la reacción del español que está tacleando a uno de los de americano con una fuerza que nunca le había conocido.

- ¡Muy bien! -La profesora Gillies se levanta del asiento de primera fila en el teatro -Las escenas están más que bien, muchachos, solo repasen sus líneas, aunque queden horas para la función no hay que desperdiciar un minuto. Tómense un descanso de media hora y regresen al teatro -Stephen me da una sonrisa amistosa. Le correspondo viéndolo bajar de la tarima a agarrar unas cosas de su mochila, así pues, se va del teatro.

Tiene el tiempo como una soga al cuello. En los descansos de los últimos detalles de la obra tiene que irse a donde Bennett para practicar al menos la media hora que Gillies nos regala.

No puedo hacer nada por él más que decirle que todo saldrá excelente.

Al igual que Stephen yo también me salgo del teatro y me voy al campo de fútbol americano a ver al español en sus prácticas extremadamente violentas. No estoy ni por llegar cuando escucho las quejas y halagos de Bennett hacia el español. Me quedo en la entrada del campo mirándolos.

-Usa toda tu fuerza, Costner, los de la preparatoria vecina son unos gorilas a comparación de nosotros. Pero sé que los venceremos y calificaremos, nunca he perdido las eliminatorias y espero que tu trasero europeo nos de buena suerte -el entrenador le aprieta un hombro como gesto de orgullo. Ares le da una tensa sonrisa, luego, se limpia con el dorso de la mano el sudor de la frente.

Me aparezco en ese preciso instante.

- ¡Hola! -Saludo besándole la mejilla sudada y salada -Te daría un abrazo pero estas sudado.

-Que amor el tuyo -ironiza risueño tronándose los huesos de la espalda, brazos y cuello -. Hola, nena, ¿cómo va lo del teatro?

-De momento genial, ahora estoy en mi descanso de media hora.

-Menuda suerte la tuya. Bennett no nos da ni tiempo para respirar, mientras hablamos debería estar tacleando a la defensa que me puso.

-Siento que vas a tener muchos morados en el cuerpo -mascullo recostándome en la pared detrás de mí -. ¿Después de...?

- ¡Ares, mueve tu blanco trasero acá! -Le grita un chico de americano que tiene a otros dos a los lados formando una linea. Ares rueda los ojos.

-Si se esperáis se los agradecería.

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