16. Exasperante desigualdad

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Una vez me confundieron como novia de Max.

Expresé mi horror haciéndoles saber que jamás estaría con Max Olsen pues somos sólo amigos, lo que hace que me refute las cosas del como nos comportamos. Siempre he visto a Max como un hermano mayor, por eso a veces lo agarro de la mano o nos abrazamos muchos.

Tener un amigo hombre es de las mejores cosas que existe... Hasta que te dice lo mucho que le gustas y no sabes ni cómo se escribe tu nombre, es como si te reiniciaran la memoria.

Para mí suerte, Max solo ha visto una amistad conmigo.

Desde entonces no me molestan las miradas que nos dan en el nuevo Pyrex cuando me ven agarrada de manos con el corredor del equipo de fútbol americano.

—Phoebe se quedó atrás —nota él en cuando vamos por el pasillo de la entrada.

Encojo mis hombros, Phoebe tiene amigos en la preparatoria además de mí y de Max, no soy quien para decirle que no ande hablando con ellos. No soy celosa con mi amiga... No cuando no me conviene.

— ¿Cómo estuvo la tarde ayer con el nuevo suplente de mariscal?

—Bien —dice —. Hablamos bastante, cosas de hombres.

—Max, no te pueden tocar las costillas porque ya estas sufriendo un ataque de risa, no me vengas con que eres macho ahora —me jala la cola de caballo como venganza, me rio pero me quejo pues me dolió.

—Muy chistosa ¿Preparada para el segundo día de preparatoria cursando último año?

— ¡Sí! —Contesto eufórica antes de chocar la mano con Max. En ese instante suena el timbre que anuncia la primera clase, Max se va a sus clases mientras yo me voy a buscar algo en mi casillero, el color azul le va al metal de mi casillero, lo admito. Me recuerda a lo alegre que desperté esta mañana pues no le he visto la cara a Ares luego de lo que ocurrió ayer en el estacionamiento.

Cierro mi casillero girándome en dirección al salón de mi primera clase, en el camino me cruzo miradas con Phoebe que hace una seña de hablar en el receso del almuerzo, mientras tanto ambas nos metemos a nuestros salones. La primera hora es español.

☀️

Salgo molida de las clases. Nos dieron nuestros horarios y planes de evaluación, este año mi meta es no decepcionar a papá con mi promedio, sé que no puedo promediar en una de las universidades más sofisticadas pero al menos puedo entrar a la universidad Ocean o Franklin en Los Ángeles.

Aunque en Franklin es tradición que los de la preparatoria Lincon —también de Los Ángelesentren allí no les niegan la entrada a alguien de otro estado.


— ¿Qué tal matemáticas avanzadas, Max? —Pregunta Phoebe sentándose con nosotros. El corredor del equipo hace un gesto desdeñoso con la mano.

—Por ese tipo de cosas es que estoy en el equipo —dice lacónico mirando los alrededores de la cafetería.

Tyra llega unos minutos después con dos coletas de porrista en la cabeza pero vestida casual sin su uniforme de porrista.

— ¿De qué hablan? —Pregunta la chismosa del grupo.

—Materias del segundo día —Max grazna cuando lo digo. Tyra hace un gesto de que nos tiene que contar algo, pone las manos sobre la mesa e inclinándose dice:

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