13. Típica realidad

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Unos días después...

La semana que nos dieron de vacaciones fue un grato descanso de todo para los chicos y para mí, y la misma pareció mejorar cuando los visitantes se fueron —aunque si me sentí medio mal porque Seth se fue— dejándonos solos en la cabaña disfrutando de lo que nos quedaba de tiempo ahí. Los días que pasaron fueron recreativos, emocionantes y divertidos.

Ares me enseñó a surfear —me ahogué una que otra vez, por muy vergonzoso que suene— cosa que fue la experiencia más aterradora en mi vida pero logré montar olas, también me vimos sus programas favoritos de televisión y más de una vez estuve en su habitación escuchando su voz mientras me leía algún párrafo o cita de los libros que cargaba consigo. No voy a mentirles, lo besé mucho y él a mí en más de una ocasión, siempre tuve presente lo que Robin me había dicho sobre Ares y el que el español querría más de mí pero nunca ví que me forzara a nada solo lo dejó fluir y pasé mis días más cómoda con él. Había visto en Ares una faceta desconocida; lo había visto más feliz.

Aunque tampoco puedo olvidar a los chicos; con Conan hice algunas comidas, hablamos bastante y pese a que me seguía llamando por ese tedioso baby girl me la pasé igual de bien con él. ¿Y Robin...? Lo vencí en Ludo al igual que al español. Creo que con Robin fui con quién más me divertí ante su espontaneidad y consejos de lo más agradables aunque me sacara de vez en cuando que es un fuckboy y dice cosas que mayormente lastimarían la autoestima de una chica. En conclusión si Robin no me saca sus chistes malos no es él.

Y esa fue mi experiencia con los muchachos, pues por desgracia y con mucha tristeza he de decir que cuando la semana pasó... Tuvimos que volver a Pyrex. Tuvimos que volver a la realidad que no tardó en sentarse sobre mis hombros otra vez.

El disgusto me cayó como un balde de agua fría al recordar que compartiríamos las duchas y tenía que atender al equipo de americano una otra vez hasta mi regreso a casa, pero no todo es tan lóbrego, me alegró estar de vuelta en Pyrex por muy extraño que parezca.

—Los extrañé mucho —nos dice Justin en el momento que los chicos y yo llegamos a sentarnos a comer en una de las mesas de la cafetería después de buscar nuestras bandejas de comida. Desde que llegamos tuvimos que darnos un baño y empezar con la rutina prevista de las clases y eso, acababa de salir de matemáticas y Conan como yo teníamos el cerebro frito. La voz de Justin llenó el silencio en la mesa de nuevo —: Las cosas aquí estuvieron normales como siempre, pero instalaron esa nueva sala de computación junto a la biblioteca. Con anticipación le digo a Robin que todas las páginas buenas están restringidas —el lamento en su voz es triste pero socarrón, y la expresión del castaño en la mesa es de retratar. Seguido de eso vienen las cálidas risas de los chicos por la broma.

Bajo la mirada al plato sobre la bandeja que traje del mostrador de comida.

"Empiezo a extrañar las hamburguesas".

—El lado positivo de todo esto —señala Robin mirando su bandeja cuando me ve ensimismada con la mía, —es que esta vez le agregaron sal.

Una risotada inunda la mesa otra vez mientras nos disponemos a comer —a regañadientes— lo que tenemos en nuestros platos. Justin nos da el reporte de que Pyrex permitirá utilizar los celulares y que puede que instalen televisores en las habitaciones, claro que el júbilo en la mesa se hace presente por parte de Robin, hasta que, una mano se aferra a mi hombro llevándose la atención de todos en la mesa. Sor Margareth es la dueña de la mano, y a juzgar por su expresión mortificada estoy segura de que no trae buenas noticias.

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