Ares

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No me atrevo a verla luego de decirle eso.

Sé que he dado en una de sus fibras sensibles, esas que la ponen acongojada y cabizbaja. Miento si me digo que no me afectó decírselo.

Muy en el fondo: se lo merecía.

No la odio, pero si estoy furioso con ella. Después de cuatro meses la ira sigue crepitante en mi pecho, las llamaradas cada vez más grandes. Sé que me comporto como un crío, ¿qué más da? Ya no hay retorno para lo que ambos hemos hecho.

En cuestión de segundos Max se presenta con nosotros en el coche, yo entro en el asiento del copiloto dejando a Ava en la parte trasera. Por el retrovisor puedo verle la mirada en sus rodillas, su amigo también la ve, él se muestra más preocupado por ella.

— ¿Y esa cara? ¿Qué te pasó? —La castaña sube la mirada hacia su amigo, sonríe como si nada hubiese pasado, asegura que está bien y en cuanto Max vuelve la vista a la carretera ella me ve a mí. La revolución dentro de mí hace una batalla campal, no sé si a ella también le afecta que yo la mire pero en viceversa ella me hace un caos sin duda.

El coche se mueve entre las calles del condado de Orange.

Cuando Marco Costner me dijo que viviríamos aquí no le creí hasta que vi las maletas y los muebles siendo cubiertos por sábanas blancas. Fue ahí cuando entendí que Marco hablaba en serio.

Nos mudamos por sus negocios y una nueva experiencia, aunque trate de integrarse conmigo sé que soy su dolor de culo, su hijo de dieciocho años que no hace más que darle dolores de cabeza.

Ha considerado enviarme con mi madre que se encuentra en España, pero cómo me envía allá sin tener reclamos de parte de su exesposa porque no convive con su único hijo. La relación de mis padres está mal, malísima. Soy lo único que no hace que ambos se ahorquen en las cenas navideñas, cumpleaños, o visitas de uno o tres días.

En cuanto pusimos un pie sobre la casa nueva lo primero que hizo fue buscar las preparatorias cercanas, encontró a Orange que pasará a ser el nuevo High School Pyrex. A él, mientras menos tiempo y problemas le traiga está bien, tiene planeado que seré un alumno ejemplar y tendré muchos compañeros amigos.

En mi lugar no esperé encontrarme con Ava Parker por nada en el mundo.

La preparatoria me resultó en sí agradable pese a que conviviré en el mismo año que Ava, pese a que fui víctima de chicas que no me interesa conocer pero ellas a mí sí, pese a que papá piensa que seré amigo de todos.

Ruedo los ojos por el pensamiento.

Veo al conductor del Dodge en el que vamos.

Max me cae bien desde que empezó a hablarme como un amigo más y no ha mandarme como lo hacían en el instituto de España, menudos gilipollas. Puedo decir que Max será una gran amistad si es que no se entera de mi verdadera posición e identidad en la vida de la castaña que tengo en el asiento de atrás.

De ser así, voy a tener que ir desempolvando viejos recuerdos de peleas para cargarme a Max. Si es que pasa cabe destacar.

El recorrido no dura lo suficiente como para impacientarme pues llegamos algo rápido a una casa al estilo estadounidense con una bandera del país en una de las ventanas.

—Llegamos a la casa del coronel Sanders —se ríe el conductor, entiendo entonces la decoración exterior de la casa con esos gnomos de jardín vestidos de militares.

—No se lo vayas a decir al abuelo en la cara —pide Ava inclinándose en el asiento delantero con la vista sólo puesta en Max —, hará que corras sobre carbón caliente —la sonrisa sutil que se asoma por sus labios es casi contagiosa, pacífica... Para tener una malicia oculta.

High School Pyrex ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora