15. Cruda verdad

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Hay desafío en su mirada, esa gorra haciéndolo ver mejor de lo que cabe. Ahogo un gruñido en el instante que hago uso de razón repitiéndome su pregunta en la cabeza.

« ¿Qué quieres que te dé, nena?»

¿Se puede ser más perverso en el mundo?

Doy un paso atrás de su dirección con mi mejor expresión cortante y seria en el rostro.

—Hasta luego, Ares —él no quita la sonrisa retadora de sus labios hasta que paso de él desconociendo si la borró o la perduró.

No debería estar enojada, debería más bien estar buscando a Phoebe para desahogarme como siempre hacemos; mas, encontrarla entre los estudiantes no es algo muy fácil que digamos. Hay aglomeraciones, el pasillo está algo abarrotado de estudiantes haciéndome sentir asfixiada entre tantas personas. Mis amigos no están por ningún lado lo cual me hace sentir pequeña y perdida entre la multitud.

El equipo de americano pasa justo por mi lado charlando de quién-sabe-qué-cosa. Uno de ellos sin querer me golpea el hombro causando que se detenga sólo para ver con quién se tropezó.

—Discúlpame —dice de inmediato sonriéndome como otra disculpa, continúa su camino antes de hacer un gesto con la mano despidiéndose de mí. Una parte de mí se alegra de que fuera caballeroso y me pidiera disculpas, otra parte de mí me regaña por no preguntarle acerca de su corredor -Max en este caso- a quien debo encontrar.

Puede que si lo encuentro a él encuentre a Phoebe.

Muy a mi pesar cuando giro sobre mis talones el grupo de porristas también cruzan como los de americano. No encuentro a Tyra en la fila de porristas por lo que mi búsqueda parece quedarse pisoteada tal insecto; observo las puertas de la cafetería encontrándome ahora con la figura del español saliendo de esta sosteniendo la correa de su morral, la gorra en su cabeza, la otra mano en el bolsillo de su chaqueta.

Gruño en mi lugar, y de repente alguien tira de mi brazo sacándome del pasillo metiéndome al otro que intercepta ese. Quedo entre los casilleros y Phoebe.

—Te estaba buscando —confieso.

—Que bueno que te encontré —sonríe entrelazando su brazo con el mío —. Fue difícil deshacerme de Tyra y Max pero tranquila, ahora que somos sólo tú y yo, ese chico es... ¿l chico?

Max y Phoebe no saben el nombre de Ares, solo saben que es «el chico» pues nunca mencioné su nombre en los mensajes que nos enviamos. Al sol de hoy si Max se entera que Ares es ese chico mi amigo enloquecería, activaría su modo celoso reprochándole al español sobre mis constantes quejas sobre él, y si pasa a mayores, temo que se agarren a golpes como dos bestias salvajes.

—Sí —confirmo, mirando sobre mi hombro al español siendo atacado por dos chicas. Ruedo los ojos. El descaro como ese es algo que me da grima; vuelvo la vista a mi amiga —. Se llama Ares, al fin sabes su nombre.

Hace un gesto desdeñoso.

—Me preocupa que Max sepa quién es Ares en realidad —musita. Al igual que yo siente esa preocupación, siente esa incomodidad de ver a Max pelear contra el español —. Temo por su rostro y el del otro también —rio inconscientemente —, no hay que decirle nada.

—Te iba a pedir eso —digo.

—Pues me he adelantado y te lo aseguro a ti. Por cierto ¿Español? Cambiaste tus preferencias.

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