12. Noches playeras

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Robin está devorando una hamburguesa al igual que yo con un hambre voraz y nada de sofisticación. Dios, nunca había añorado tanto una hamburguesa desde que llegué a Pyrex con su comida tan detestable y me importa más la mortalidad del cangrejo que la expresión impactada de Conan y Ares por como estamos comiendo el castaño y yo.

—Los modales son algo que te exigen en Pyrex —dice Conan, —es casi básicamente el más estricto cumplimiento de todo lo que te piden.

—El dinero de los padres de Robin ha sido desperdiciado en ese caso —respondo con las mejillas hinchadas de la hamburguesa dentro de mi boca.

— ¡Por Dios! El proceso de trituración que se lleva a cabo en tu boca no es algo que quiera ver, Robin —esgrima Conan con la nariz arrugada del asco.

Robin y yo nos reímos.

— ¿Por qué tan callado, españolete? —Ares sube la mirada de la mesa y le presta atención a Robin quien lo ha llamado. La mueca que hace después de eso es de desagrado, y de lo más linda con su nariz arrugada y su boca fruncida.

"Nota mental: no masticar y hablar frente a Conan y Ares... En realidad, no hacerlo frente a nadie. Sí, así."

—Medito —es lo único que dice el europeo de la mesa.

Conan arruga las cejas confundido por esa contestación.

Entiendo el ensimismamiento de Ares pues yo fui la que se lo provoqué desde un principio luego de preguntarle qué había escrito como primer deseo en su lista de deseos antes de morir. También se que las probabilidades de que yo ponga mis manitas sobre esa dichosa lista serán totalmente nulas.

— ¿Alguna razón en particular? —cuestiona Conan.

—Ninguna —la seriedad con la que habla Ares en ese instante me pone los vellos imperceptibles del rostro de punta. Bajo la mirada hacia la hamburguesa a punto de acabarse sobre mi plato y algo dentro de mí se revuelve con violencia por lo que decido dejar de comer.

—Quedé llena —anuncio con una sonrisa cansada mientras alejo el plato de mí. En ese justo momento una mano, coge mi hamburguesa desde arriba pasándola al plato de Robin. Veo mal al castaño ya que fue él quién robó mi media hamburguesa.

—Déjame —advierte devorando lo poco que dejé de mi comida.

Me paso una servilleta por la boca luego de que me dice eso, agarro y tomo de mi refresco y también aprovecho metiéndome en mi celular donde hablo con papá un rato. Él dice que los abuelos siguen en casa, la abuela Marcie me ha tejido otro suéter y agradezco que papá no me esté mirando por la mueca de desagrado que suelto. Amo a mi abuela pero los suéteres que me ha hecho me crean picazón y sarpullido en la espalda y el pecho, no he dicho nada para no romper su corazoncito envejecido y tierno. Tampoco duda en  comentarme también que el abuelo Jace ha estado insoportable, un gruñón de primera y no cuesta nada imaginar la frustración de papá con sus padres en casa, pero el abuelo Jace y la abuela Marcie son un dúo sin igual que toda mi vida voy a amar, y para no olvidar me pone de cereza del pastel al final de la conversación que mi abuela Katty llamó ¿El motivo? Quiere verme.

No visito a mi abuela Katty desde hace unos meses por asuntos suyos y míos, y también otra cosa que si menciono va a deprimirme, solo sé que está viviendo con mi tío Rick pero como me dijo papá la abuela Katty dice que le hago falta y no voy a negar que ella a mí también me hace falta. Muy a mi pesar sé que al visitarla va a hablar de eso y la fibra sensible en mi cuerpo familiarizada con esas conversaciones no quiere que las toquen. He puesto un alambre de púas más una cerca electrificada alrededor de esa fibra por protección a mis sentimientos, además, nadie entiende que yo aunque esté apoyando todo ese asunto que conlleva tando dolor en toda mi familia, no quiero hablar de ese tema. Bastante mortificada estoy desde los seis.

High School Pyrex ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora