28. Intensa competitividad

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— ¿Preparada para el baile de invierno? —Inquiere una Phoebe casi eufórica frente a mí. Conan y yo nos vemos confundidos, el pelinegro cierra su casillero presentándole atención a mi amiga en cuestión al igual que yo.

Es noviembre —desde hace rato— pero eso no quita el hecho de que en High School Pyrex ya estén montando las pancartas y decoraciones para el baile de invierno de este año. Saber que solo en ocho meses estaré pasando la Universidad me trauma de sobremanera. Casi nunca asistía a los bailes de invierno porque prefería estar en casa mirando una maratón navideña que andar por el gimnasio de la preparatoria arreglado para la temática del baile y en tacones.

La nieve ya estaba empezando a cubrir las calles, se anticipó este año pero eso no le quita que sea bonito verla. Esta mañana amanecí con el alféizar lleno de copos que a medida que los minutos pasaban se iban derritiendo.

—Sabes que no asisto a esas cosas.

— ¡Ava! —Espeta, quejumbrosa —Puedes hacer excepción ¿Sabes? Tienes un propósito mucho mejor este año —el baile que hace con las cejas me hace reír por lo bajo —, yo todavía estoy esperando a que me inviten, tengo menos de una semana por lo que hay que promocionar la buena velada del baile que pasarán conmigo —da dos guiños con su ojo. Conan se ríe detrás de mí ganándose una mirada irritada de mi mejor amiga.

Le doy una palmada en el hombro al pelinegro.

—Conan debería invitarte, ¿no es así? —El chico del piercing me ve con horror —Imagina nada más que estén entrando al baile, además, no soy chismosa pero Conan tiene un apodo maravilloso para las chicas —el pelinegro muestra indignación.

—Que promoción más denigrante me has hecho, baby girl —se cruza de brazos —. Aunque, debo admitir que no estás nada mal, Phoebe.

—Gracias —la voz de mi amiga sale en un tono arrogante. La carcajada que suelto es carente de humor. Max llega a nuestro encuentro hablando con Robin y Justin. El de rasgos asiáticos está debatiendo con los dos chicos a su derecha por lo típico: es coleano, no chino.

— ¡Buenos días, desperdicios de oxígeno! —Saluda Robin haciendo un gesto afeminado.

Todos nos damos nuestro respectivo saludo, yo me abrazo a Max. Es cómodo tener a tu amigo de la infancia devuelta contigo, Max me devuelve el abrazo con más ímpetu que el mío. Me truena los huesos de la espalda pero me hace sonreír.

Solo ha pasado una semana después de la partida de mamá y aunque el luto todavía siga conmigo ya no lo siento tan abrumador como antes, me da curiosidad ver el progreso recuperativo en el que papá y yo nos estamos enfrentando. Puede ser porque la abuela Marcie viene todos los días a casa y nos prepara de todo.

El abuelo Jace no se queda atrás, Max le enseñó a jugar en línea y ahora mi abuelo se la pasa insultando a niños de diez años por un juego online. Ayer fue con uno de Canadá, no quiero saber qué será hoy.

— ¿Ya encontraron pareja para el baile de invierno? —Phoebe insiste con la idea, Max bufa rodando los ojos. Al igual que yo no soporta los bailes, ni siquiera los de las promociones de último año —Porque yo sí y es este chico de aquí —señala a Conan que la ve dubitativo, mas, no hace el esmero de negarse.

Empiezan un debate sobre quién irá con quién, a que hora se debería llegar y que no hay muchos días de aquí al baile para encontrar pareja. Al cabo de los minutos pasando por nuestro debate el timbre suena y mi primera clase la tomo con un europeo que me hizo desvelarme ayer hasta las dos de la madrugada hablando por mensajes, en todos ellos prometiendo darme muchos besos.

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