3- El Expreso de Hogwarts

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El primero de septiembre, Harry despertó más emocionado que nunca. Ese día... ¡ese día! Iría a Hogwarts, a su nuevo colegio, donde todos eran como él, donde todos eran magos y brujas.

Despertó a las 5 A.M, incapaz de poder dormir más. Estaba demasiado emocionado como para cerrar un ojo. Se levantó, se vistió y revisó que todo estuviera dentro de su baúl, que todo estuviera listo.

Hedwig estaba en su jaula, todos los libros estaban guardados, su varita en su bolsillo, estaba listo. Ahora lo único que le faltaba era llegar a la plataforma 9 ¾ en King's Cross. Pero eso ya lo tenía resuelto, su tío había accedido a llevarlo. Aunque Harry sabía que no lo había hecho por bondad, ya que lo mas probable es que quisiera deshacerse de él lo antes posible, de todas maneras estaba agradecido.

Pasó una hora, en la que Harry no dejó de revisar su equipaje una y otra vez, hasta que escuchó la voz de tío Vernon desde abajo, gritándole que tenía que bajar si quería que lo llevara a su colegio para raros. Harry tomó su baúl y la jaula de Hedwig y más emocionado que nunca, bajó corriendo las escaleras.

-¿Listo?-preguntó tío Vernon, mirándolo con mala cara.

Harry asintió, sonriendo.

-No sonrías tanto.

El chico dejó de sonreír, pensando en algo que había leído cuando niño mientras subía al auto de tío Vernon. Era un aviso de pasta dental, donde decía que lo que más amaba un padre era ver la sonrisa de sus hijos. Tenía 5 años cuando lo había leído, y ese día había decidido sonreír todo el día para que tía Petunia y tío Vernon estuvieran felices con él, pero le había llegado un golpe en la cara y un grito. "¡No sonrías tanto!". Desde ese día, desde tan pequeño, había entendido que sus tíos nunca serían como sus padres, que nunca lo querrían como unos. Pero algún día, pensaba Harry, cuando encontrara a Severus Snape, podría sonreír, y su padre estaría feliz solo con verlo.

Llegaron a King's Cross en una hora, debido al tráfico. Tío Vernon ayudó a Harry a bajar su baúl del auto y le dijo que no iba a entrar con él. Sin despedirse, su tío subió al auto y se marchó, dejando a Harry solo en la calle, con su baúl a un lado y la jaula con Hedwig al otro.

Pero nada podía hacer que Harry se sintiera triste ese día. Nada.

Le pidió ayuda a un guardia y puso su baúl y la jaula en un carrito, y entró a la estación. Hagrid no le había dicho como entrar a la plataforma 9 3/4, pero Harry no iba a desesperarse todavía. Eran recién las 10 A.M. todavía le quedaba tiempo para llegar al tren.

Comenzó a caminar entre la gente, sin saber a quién preguntarle. Después de todo, nadie allí debía ser un mago, y Harry no sabía como reconocer a los que eran de su misma clase. Miró a su alrededor repetidas veces, esperando ver gente vestida en túnicas, como los que había visto en el Callejón Diagon, pero por lo que Hagrid le había dicho, sabía que los magos y las brujas se vestían de muggles cuando iban a lugares como King's Cross, así que no tenía mucha fe.

Llegó a la pared que separaba la plataforma 9 y la plataforma 10, sintiéndose un completo idiota. Tal vez, si ya hubiera conocido a Severus Snape, si su padre fuera un mago como él, si hubiera llegado un día antes a buscarlo, habría podido ir a la plataforma 9 ¾ con él, y no tendría que pasar esa vergüenza solo.

-Lo siento, cariño... ¿vas a cruzar?-preguntó una señora pelirroja, de aspecto amable, que venía con 5 niños pelirrojos detrás de ella.

-¿Cruzar?-preguntó Harry, confundido.

-Vas... a Hogwarts, ¿no es así?

Harry miró la pared entre la plataforma 9 y la 10 y sonrió-¿por aquí se entra?

LiesWhere stories live. Discover now