16- No me dejes caer

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Severus no podía dejar de pensar en que, en realidad, todo lo que le había dicho a Harry no había funcionado en lo más mínimo. El chico lo había estado evitando todo el tiempo que él había tratado de acercarse. ¡Incluso le había enviado cartas invitándolo a tomar té, por Merlín! Pero el chico había decidido ignorarlas, ni siquiera responder que no podía.

Se sentía furioso últimamente. Furioso porque... a él le costaba, pero se estaba esforzando lo más que podía en tratar de acercar a Harry. Y el maldito chico ni siquiera lo intentaba.

Y por otra parte tenía a August, que estaba siempre a su lado, llamándolo "papá", haciéndolo sentir útil y querido. August era el hijo que siempre había soñado. Un chico inteligente y amable, un chico con personalidad, divertido... todo lo que él habría sido si su padre no lo hubiera maltratado y James Potter no le hubiera hecho la vida imposible.

August estaba comenzando a ganarse un lugar muy importante en su corazón, August estaba comenzando a hacerse indispensable para Snape, algo... necesario.

Le hubiera gustado que con Harry hubiera pasado lo mismo, que Harry también se hubiera unido a él de esa manera.

¡Basta! ¡No podía seguir pensando en ese condenado chico! ¡En ese chico que nunca intentaría nada! Harry Potter había demostrado ser lo que Severus siempre había pensado, arrogante y engreído. Lo suficiente como para creerse superior e ignorar todos los intentos de su padre de acercarse a él.

-¿Profesor?-dijo una chica de Hufflepuff, levantando la mano-¿Cuántas escamas le ponemos a la poción después de hervir?

Snape levantó la vista de lo que estaba corrigiendo, saliendo de sus pensamientos, y la miró. La chica inmediatamente se arrepintió de su valentía, y bajó la mano lentamente.

-¿No puede leer la pizarra?-preguntó, molesto.

-Solo puso... "añadir escamas", no puso cuantas, señor.

Severus miró la pizarra y se dio cuenta de que la chica tenía razón. Suspiró y con un movimiento de su varita se escribió el número 4 junto a las escamas. La chica asintió, le dio las gracias y volvió a trabajar.

En eso, la puerta se abrió, y por ella entró la profesora McGonagall, que parecía nerviosa. Severus la miró, enarcando una ceja, al tiempo que ella se acercaba y susurraba:

-Severus, ha pasado algo.

Severus la miró sin comprender.

-Ha pasado algo con Harry...-explicó la profesora.

Snape negó-no creo que Potter quiera tener que ver conmigo, así que a mi no me incumbe lo que...

-Severus, está grave.

Severus sintió como un peso extraño caía en su pecho, impidiéndole respirar. Cuando hubo logrado llenar sus pulmones de aire nuevamente, preguntó:

-¿Qué? ¿Grave?

-Tienes que verlo por ti mismo.

Severus se levantó, mareado por lo que estaba pasando y dijo:

-¿Con quién dejo a mis alumnos?

La profesora McGonagall negó-Dumbledore dijo que dieras la clase por terminada.

Y así lo hizo. Después de eso, Severus y McGonagall corrieron por el colegio hasta la enfermería, donde había varia gente alrededor de una cama. Dumbledore, Mme. Pomfrey, Ron Weasley y Hermione Granger.

Severus se acercó, pero nunca habría estado preparado para ver lo que tenía en frente. Harry estaba inconsciente en una cama, un color verde coloreaba su cuerpo, transpiraba y respiraba entrecortadamente. En su mano, una herida infectada, que claramente decía:

LiesWhere stories live. Discover now