4- Hogwarts

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Cuando Harry y Ron, después de dos horas notaron que quedaba muy poco para llegar a Hogwarts, se pusieron sus túnicas en silencio, cada uno viviendo su propio nerviosismo.

Ron pensaba en qué pasaría si no era elegido en Gryffindor, como reaccionaría toda su familia si él era el primer Weasley que no entraba a la casa de los leones.

Pero la cabeza de Harry... la cabeza de Harry era otra cosa. No podía dejar de pensar que le quedaba menos de unas horas para conocer a su padre. A su verdadero padre. Pero con todo lo que había dicho Ron, no estaba seguro de que la experiencia de conocer a su padre fuera como la que él siempre había soñado. Después de todo, Ron le había dicho que su padre era insoportable, y que además estaba en la casa de la que habían salido la mayoría de los magos tenebrosos. Pero lo que más le había dolido escuchar, era que su padre podría haber sido seguidor de Voldemort, el hombre que había matado a su madre y había tratado de matarlo a él, a su propio hijo.

¿Lo querría su padre? Harry ya no estaba seguro de querer decírselo, no estaba seguro que querer saber la verdad. No estaba seguro ni siquiera de a qué casa quería entrar.

No estaba seguro de nada.

Cuando el tren se detuvo, bajaron en silencio, mirándose con nerviosismo. Nignuno de los dos podía creer que por fin estaban en Hogwarts.

A lo lejos, Harry pudo ver a Hagrid, y sonrió, feliz de ver una cara concida. Hagrid también le sonrió, y les indicó a los de primer año que lo siguieran. Harry y Ron lo siguieron corriendo, debido a los grandes pasos que daba el gigante, seguidos por muchos chicos y chicas, que tenían la misma cara de nerviosismo que ellos.

Después de unos 10 minutos, llegaron frente al lago, en el que descansaban unos 30 botes. Harry miró a Hagrid confundido y él le sonrió.

-Su primera vez yendo a Hogwarts será en bote-explicó el guardian de las llaves-4 por bote, no más. ¡Suban!

Harry y Ron subieron con una niña de pelo largo y enmarañado, de color café, y grandes incisivos, a su lado iba un chico un poco regordete, que parecía asustado de todo lo que pasaba a su alrededor. Ambos chicos los saludaron y subieron a la parte delantera del bote, emocionados por poder llegar a Hogwarts.

-¿Cómo se llaman?-preguntó la chica, con curiosidad.

-Harry Potter, y Ron Weasley-contestó Harry, apuntándose a él y luego a su amigo.

Ron hizo un movimiento de cabeza en señal de saludo, pero la chica no tenía los ojos puestos en él, sino en Harry.

-¿Eres Harry Potter?-preguntó, sorprendida.

El chico a su lado también parecía impresionado.

Harry volvió a asentir, ahora con mala cara-solo Harry.

En ese momento, los botes comenzaron a moverse, y Harry dejó de prestarle atención a la chica y a su amigo. Ron y él se miraron y comenzaron a reír, cargados de una emoción que no los dejaba respirar.

-¿Puedes creer que vamos a Hogwarts?-preguntó Ron, en un susurro.

Harry negó, incapaz de hablar. Hogwarts, magia... su papá.

Cuando llegaron frente al castillo, Harry no podía dejar de mirarlo. Era simplemente lo más impresionante que había visto en toda su vida, con las miles de torres, todas las ventanas, las luces... todo era simplemente mágico.

Bajaron de los botes y subieron por los terrenos del colegio hasta una gran puerta de madera, que estaba cerrada. Hagrid tocó la puerta y una mujer, un poco mayor, con el pelo negro tomado en un rodete, y una túnica verde, los recibió. Usaba anteojos, igual que Harry, pero los suyos eran cuadrados.

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