20- Fingir que no duele, duele el doble

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Harry intentó estar lo más animado que pudo los días que estuvo en la Orden del Fénix. Sirius, que estaba feliz de tenerlo a su lado, no dejaba de expresar lo contento que estaba de que Harry hubiera entendido que Snape no era su verdadero padre.

-Tu padre es y siempre ha sido James, Harry... que Quejicus quiera hacerte creer lo contrario... no significa nada-decía Sirius, cada vez que veía a Harry un poco decaído.

Pero Harry sentía algo distinto. Se sentía culpable de haber sido duro con Snape, pero al mismo tiempo no podía dejar de recordar lo que Snape le había dicho.

"Eres lo contrario a lo que yo quiero como hijo"

Había veces en las que Harry pensaba que tal vez, y solo tal vez, Snape lo había dicho porque estaba enojado. Pero después otro pensamiento lo atacaba: no podía obligar a alguien a ser su familia. No podía hacerle eso a Snape.

Él tenía a August, tenía a Amelia, tenía la familia perfecta. Harry no podía combatir eso, no podía combatir que Severus tuviera lo que siempre había soñado. No podía obligarlo a nada.

Nadie quería ser su figura paterna, nadie quería a Harry. Nadie lo quería de verdad. Y tendría que aprender a aceptarlo. Aceptar que estaba solo. Aceptar... que nadie lo querría como él quería.

Los días pasaron y fue hora de que todos volvieran a Hogwarts. Harry, acompañado de Ron y Hermione, volvió a pisar el colegio sintiéndose realmente mal por dentro.

Se sentía solo... pero había algo distinto en el sentimiento. Era como... si ya no le importara. Era como si todo hubiera simplemente pasado y el no pudiera hacer nada para acallar el dolor que sentía.

El dolor siempre estaría ahí, y Harry tenía que acostumbrarse.

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La primera clase de pociones era el primer día apenas volvían a Hogwarts. Harry estaba nervioso, pensando en que tendría que estar frente a Snape por primera vez desde lo que había pasado.

También, aunque le costara admitirlo, extrañaba a August. Extrañaba sus bromas, lo bien que se llevaban, pero aunque el chico parecía dispuesto a hablar con Harry (lo miraba en las clases de vez en cuando), Harry había decidido que lo mejor sería que simplemente no tuvieran nada que ver.

Le dolía pensar así, pero sabía que era la mejor manera de llevar la situación.

Antes de entrar a clases de pociones, Hermione se acercó a él y dijo:

-Harry... con Ron teníamos una idea... que creo que nos haría bien a todos. Si aceptas, claro...

Harry escuchó la idea de Hermione sin mucho ánimo. Al parecer, ella y Ron ya habían planeado todo. Habían incluso encontrado dónde se llevaría a cabo.

¿Qué quería Hermione?

Que Harry fuera el profesor de un grupo de Defensa secreto, en el cual podrían aprender todo lo que Umbridge no les estaba enseñando.

Harry le dijo que lo pensaría, y entró a la clase de Pociones.

Snape estaba como siempre, siendo insoportable con los demás alumnos, siendo duro sobretodo con los Gryffindor. Harry, por su parte, trabajó en silencio, sin levantar la vista de su caldero. Pero cuando Snape se acercó, sintió algo raro en su pecho. Unas ganas locas de decirle que lo sentía... que lo extrañaba.

-¿Qué es esto, Potter?-preguntó Snape, con dureza.

Harry levantó la vista y vio al que alguna vez había sido su padre mirándolo con odio.

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