10- Sorpresa de cumpleaños

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Harry nunca habría admitido frente a sus amigos que los siguientes días que había pasado con Snape no habían sido tan malos. Después de todo, se suponía que él tenía que seguir odiando al profesor de pociones, ¿no era así?

Sin embargo, Snape no parecía ser tan insoportable como siempre.

Todas las mañanas, Harry hacía sus deberes del colegio, los cuales podía terminar rápido y muy bien debido a que siempre que lo necesitaba tenía la ayuda de Snape, que rondaba la Mansión trabajando en sus pociones o leyendo algunos libros.

Después, tenía tiempo para descansar, y podía hacer lo que él quería. Muchas veces, Snape lo había acompañado a volar, ya que no podía ir solo, debido al peligro de que aparecieran los mortífagos. Y en la tarde, con Snape, solía practicar Oclumancia, que era bastante fácil después de todo, con los métodos y las pociones que le presentaba Snape para que la clase fuera más llevadera, y, si estaba demasiado cansado de dejar de el profesor de metiera a su mente, muchas veces practicaban Defensa, cosa que Harry adoraba.

Por ahora habían sido unas buenas vacaciones, y aunque a Harry no le gustaba admitirlo, las veces que, en la noche, se sentaba junto a Snape a leer un libro, o simplemente tenían una conversación frente al fuego... lo hacían sentirse distinto, como si... tal vez se hubiera equivocado al no decirle a Snape en primer año que era su padre.

Muchas veces, cuando iba a dormir, Harry lo pensaba. En que tal vez sería buena idea hablar con Snape del asunto, un asunto que los dos sabían... y preguntarle... solo preguntarle... si estaría dispuesto a ser... bueno, su padre.

Snape no era tan malo como parecía... tal vez Harry se había equivocado con respecto a él. Podía ser, ¿verdad?

Esa noche, Harry se recostó en su cama pensando en preguntarle, pensando en tener esa conversación con él. Todos esos días, parecía que algo había cambiado entre ellos, que algo era distinto, y Harry creía que ambos lo habían notado. Después de todo, siempre se habían odiado, y ahora no había día en el que no se sentaran a hablar frente a la chimenea después de la cena.

¿Sería una buena idea hablar con su padre?

Al otro día era su cumpleaños, al otro día cumplía 15 años. Sería el día perfecto para hablar de algo tan importante, y creía que Snape estaría de acuerdo con él.

¿Podría confiar en Severus Snape para algo tan importante como ser su padre?

No lo sabía. Pero no podía esperar hasta el otro día para saber si Snape estaba pensando lo mismo que él.

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Cuando Harry despertó, a la mañana siguiente, se vistió lo más rápido que pudo. Era hora de hablar con su padre, era hora de saber la verdad y arreglar todo. Tal vez él podría contarle un poco más de su madre, después de que tuvieran la tan importante conversación.

Harry no conocía nada de su madre, y siempre había querido saber qué había pasado entre Snape y ella. Tal vez, ese día conocería la verdad. Tal vez, ese día sería el mejor día de su vida.

Bajó las escaleras de dos en dos, sintiéndose más emocionado que nunca. No sabía por qué, pero sentía que nada podía salir mal ese día. Nada. Después de todo, era su cumpleaños, ¿no?, y en los cumpleaños todo salía bien.

¿Cómo sería la vida con un padre? Cumplir 15 años y tener un padre a su lado. Volvió a sentir la emoción que tenía cuando era un niño de 11 años, ese niño que había ido a buscar a su padre a través del país, solo para conocerlo y poder contarle la verdad. Todavía no era tarde, todavía podían ser padre e hijo, y Harry estaba seguro que este era el día perfecto para tener la conversación necesaria.

LiesWhere stories live. Discover now