6- Buscándote

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Dumbledore les contó todo, que Severus, por última vez, había sido visto en las Tres Escobas, que había sido visto entrando a una habitación con una mujer rubia, y que luego había desaparecido.

Harry se sentía realmente preocupado. Pero él era el único que tenía una idea de lo que podía haber sucedido. La mujer rubia le recordaba a alguien que él había conocido, pero no se atrevía a decir su idea. Después de todo, era una idea bastante loca, y sabía que Dumbledore y Remus no se la tomarían enserio, así que había preferido quedarse callado, pensando en su propio plan.

-La mujer puede ser una representante de los mortífagos-dijo Remus, paseando por la habitación.

-Yo también lo creo-comentó el director, mirando a Harry con preocupación-¿tú que piensas muchacho?

Harry levantó la cabeza y miró al director. No quería que Dumbledore supiera qué estaba pensando. En esta situación creía que él debía salvar a su padre por su cuenta, y la verdad era que si Dumbledore y Remus descubrían su plan, él ya no tendría opción de llevar a cabo su plan. Así que decidió quedarse en silencio y encogerse de hombros.

-No lo sé...-susurró el chico, fingiéndose confundido-no sé dónde puede estar mi padre.

-No te preocupes Harry-dijo Remus, acercándose y poniendo sus manos sobre los hombros del chico-lo encontraremos lo antes posible.

Harry lo sabía, pero no diría nada.

-¿Puedo ir a dormir?-preguntó Harry, rascándose la cabeza incómodo-todo esto me tiene muy cansado.

Dumbledore y Remus se miraron preocupados y asintieron. Harry se levantó sin mirar atrás y salió de la habitación. Tenía que prepararse para ir a rescatar a su padre.

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Cuando Severus despertó, se dio cuenta que al abrir los ojos no veía nada. En un principio se preocupó y se preguntó si habría quedado ciego, pero después de unos minutos, notó que tenía algo sobre los ojos.

Intentó recordar qué había pasado, y poco a poco las imágenes de Amelia fueron volviendo a su memoria. Severus intentó moverse, nervioso, pero notó que sus brazos estaban amarrados de una forma muy incómoda, como si él estuviera colgando. Sentía que se le había roto la espalda de lo mucho que le dolía, así que prefirió quedarse quieto.

Espero un poco, a sentirse mejor, menos débil, para tratar de moverse más. Le dolía mucho el cuerpo, pero tenía que escapar de allí.

Apenas empezó a moverse, escuchó cómo alguien se acercaba y lo que tenía en los ojos era retirado. Le costó acostumbrarse a la luz del ambiente, que no era mucha, y cuando pudo ver bien, se dio cuenta que estaba frente a Amelia, que lo miraba con una sonrisa.

-Llevas varias horas durmiendo, cariño-dijo la mujer, que se acercó y depositó un beso en sus labios.

Severus la miró con odio, pero su mirada se desvió a lo que tenía al frente.

Era una especie de tanque, lleno de agua, transparente. Pero eso no fue lo que le llamó la atención, sino quién estaba dentro. August, vestido solo con unos pantaloncillos blancos, estaba de pie en el tanque, con los ojos cerrados.

-¿Que...-susurró Severus, asustado.

-Es el cuerpo de nuestro hijo-contestó Amelia, mirando el tanque de reojo-lo fui a buscar apenas lo enterramos. No podía dejar que August muriera, simplemente no podía, Severus. Así que lo voy a traer de vuelta.

-¿Cómo... planeas traerlo de vuelta?-susurró Severus, con todas sus fuerzas, debido a lo débil que se sentía.

-Sabes la poción, Severus, la poción que solo una vez antes ha funcionado.

LiesWhere stories live. Discover now