1- Adiós (Inicio segunda parte)

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Cuando Harry bajó del bus, se sentía más feliz que en muchos días. Era la tercera vez que iba a visitar a su padre en dos semanas, y estaba contento de verlo.

Ahora su padre no vivía en la mansión Prince, sino que en Spinner's End, donde lo había ido a buscar cuando era niño, así que Harry lo podía ir a visitar en un bus. Eran bastantes horas de viaje, pero Harry normalmente se quedaba a dormir cuando iba a verlo, así que era un buen día.

Ese día en particular, Harry había traído su escoba. Su padre le había dicho que podrían ir a volar en un lugar cercano, y el chico estaba muy emocionado. Llevaba casi un mes sin volar, y ahora por fin podría hacerlo de nuevo.

Comenzó a caminar hacia la calle donde vivía su padre. Ya sabía de memoria donde debía caminar, así que sus pies lo llevaban sin que se diera cuenta.

Después de un rato, se encontró frente a la puerta de su padre, pero decidió que le llevaría algo para comer, un pequeño regalito, así que fue a la tienda de enfrente, la que había visitado cuando le había preguntado a la señora dónde vivía su padre.

Entró a la tienda y esperó su turno. Cuando la señora lo atendió, Harry pidió unas cuantos pedazos de pan, unos cuantos pasteles y un poco de galletas.

-¿Tomarás té con tu padre, Harry?-preguntó la señora, con una sonrisa, mientras ponía todo en bolsas.

Harry asintió, feliz-¿Lo ha visto hoy?

-Si, vino antes a comprar un poco de té.

Harry sonrió. Sabía que su padre ya habría pensado en que comieran algo esa tarde.

El chico se despidió de la señora después de pagar, tomó la bolsas y salió de la tienda, en dirección a la casa de su padre. Tocó la puerta y esperó. Después de unos segundos, la puerta se abrió y Severus Snape, con un libro en la mano, le sonrió.

-¿Fuiste a comprar cosas para comer?-preguntó Severus, mirándolo con sorpresa.

Harry asintió-quería darte una sorpresa.

-No debiste, Harry...-susurró su padre, dejándolo pasar.

Harry entró en la casa, y dejó las bolsas en la cocina. Su padre dejó su libro en la estantería y se sentó en la cocina, mirando a su hijo. Harry también se sentó, y sonrió al ver como su padre lo miraba.

-¿Cómo has estado, papá?

-He estado bien...-respondió Severus.

Harry sabía que a su padre no le gustaba hablar mucho de sí mismo. Desde lo que había pasado con August, su hermano de la misma edad, que había muerto el curso anterior, Severus había dejado de hablar de sí mismo. Harry creía que su padre se pasaba solo, en su habitación, pensando en lo que había pasado, pero no había sido capaz de preguntarle. Lo que tenía claro era que solo en los días en los que Harry iba a visitarlo, él se levantaba y parecía más feliz.

-¿Y tú? ¿cómo has estado con los Dursleys?-preguntó su padre, con interés.

Harry negó-me ignoran, así que todo bien.

-¿Te ignoran?

-Totalmente. Con suerte si existo. Por lo menos me dejan comer, pero no puedo comer con ellos, tengo que cocinarme yo-respondió Harry, encogiéndose de hombros.

Severus asintió, mirando a su hijo en silencio.

-¿Y no te entristece que te ignoren?-preguntó, preocupado.

-Para nada. Mejor así, de hecho-respondió Harry, sonriendo.

-¿Qué tienes planeado hacer para tu cumpleaños?-preguntó Severus, levantándose y comenzando a preparar todo para la hora del té.

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