18- Navidad

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Harry despertó la mañana de Navidad sintiéndose realmente emocionado. Levantó la cabeza y vio que su hermano, con el que compartía habitación ahora, seguía dormido. Tomó una almohada y la lanzó con fuerza a la cabeza de August, que despertó de un salto, sentándose en la cama con el cabello volando en todas direcciones.

-Ya estoy despierto-dijo, adormilado.

Harry rió y se levantó-vamos, Severus ya debe estar abajo.

August lo miró entremedio de su pelo, y arreglándoselo un poco, dijo:

-¿Qué día es hoy?

-Navidad, tonto.

August pareció despertar aún más con esto. Se restregó los ojos, levantándose y dijo:

-¡Regalos!

Harry bufó y juntos salieron de la habitación y bajaron las escaleras, en dirección a la cocina. Como habían esperado, su padre y Amelia ya estaban allí, vestidos, tomando desayuno.

-Buenos días, dormilones-dijo Severus, al verlos entrar-por fin abren los ojos.

-August habría seguido durmiendo...-dijo Harry, tomando una tostada y sentándose junto a su padre, que lo recibió acariciando su cabello.

-Pero Harry tiene maneras muy amables de despertarme-dijo August, rascándose la cabeza, todavía medio dormido.

Amelia miró con mala cara a Harry, mientras August se sentaba a su lado. Era impresionante que justo cuando Snape no estaba mirando, Amelia lograba ser desagradable con él, pensó Harry, mientras untaba su tostada con mermelada.

-¿Estás listo para los regalos?-preguntó Amelia, mirando a August.

El chico asintió, dándole una mordida a la galleta que tenía enfrente. Con Harry, el día anterior, habían hecho galletas de navidad para el día especial, y August las amaba. Harry prefería las tostadas.

-¿Y tú, Harry?-preguntó su padre, mirándolo mientras se llevaba su taza a los labios.

Harry asintió, sin poder creer que esa sería la primera Navidad que no pasaría en Hogwarts, que ahora tenía una familia con la que pasar la Navidad.

-¿Están listos?-preguntó Severus, cuando vio que sus hijos hubieron terminado de comer.

Harry y August se miraron, sonriendo y asintieron. Habían esperado mucho por sus regalos, que, como todo chico, eran su parte favorita del día.

Severus, Amelia, Harry y August se levantaron y fueron a la sala, donde estaba el árbol de Navidad que habían decorado hacia unos días. Harry y August sonrieron al ver que la parte baja del árbol estaba llena de regalos envueltos en todos los colores.

-¡Ve a abrir tus regalos, cariño!-dijo Amelia, instando a su hijo a acercarse al árbol.

Ella y Severus se sentaron en uno de los sillones, a ver como los chicos desenvolvían los regalos. Harry y August se sentaron en el suelo, junto al árbol y comenzaron a abrirlos, buscando cuales tenían sus nombres.

Harry encontró varios regalos, uno de Hermione (unos guantes de Quidditch), de Hagrid (unos dulces hechos por él, que Harry probablemente no probaría), de Sirius (un espejo, del cual Sirius tenía la otra mitad, para que hablaran), del profesor Dumbledore (un hermoso reloj que tenía una Snitch volando alrededor de los números), de Lupin (un libro de Defensa), de la señora Weasley (su chaleco típico, ahora verde con una Snitch al medio y unos dulces) y luego, cuando pensó que no tenía más... vio los de su padre y su hermano.

Tomó primero el de August, y lo abrió sonriéndole a su hermano. El chico le sonrió de vuelta, comiendo de la gran cantidad de ranas de chocolate, las favoritas de August, que Harry le había regalado.

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