CAPÍTULO IV

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SEMANA MARATÓNICA
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— ¡Ya llegamos! — exclamo Kagome al entrar a la mansión

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— ¡Ya llegamos! — exclamo Kagome al entrar a la mansión.

¡Shhh! Mira sí duerme, despertarás a la bestia — la silencio Miroku a la azabache que cubrió su boca.

— Lo siento, es la costumbre — sonrió apenada Kagome.

— Ven, te enseñaré tu cuarto — Kagome cargando su mochila en la espalda, el canil en una mano y la guitarra enfundada siguió a Miroku por detrás mientras el subía cargando la pesada maleta amarilla.

— ¿Necesitas ayuda? — preguntó Kagome al verlo luchar con la valija.

Noog... — mascullo al hacer fuerza — Yo puedo, yo puedo... — se alentaba el mismo para terminar los pocos escalones que le faltaban para llegar al segundo piso — Al fin... — dijo cansado y con una ligera capa de sudor en su frente.

— Sí, al fin...

— El cuarto del final, final del lado izquierdo es el de Inuyasha — señalo Miroku el largo pasillo del lado izquierdo — Y el tuyo se encuentra aquí, a mano derecha la penúltima puerta — ambos caminaron hacía donde el peli negro decía — Es grande para ti y tu gato, aunque puede andar libremente siempre y cuando lo mantengas con la higiene correcta.

— Oye, mi gato está más limpio que tú — protesto Kagome.

— Sí, sí... — Miroku abrió la puerta y entro primero — Vaya...

— Suficiente espacio ¿Verdad?

— Sí, muy lindo — asintió Kagome dejando su mochila y guitarra en la cama de dos plazas, seguido sacando a su gato del canil dejándolo libre.

— Miau... — maulló Buyo estirándose mientras de apoco salía de la jaula.

— Mi gato es gordo porque es vago, no habrá problemas — le sonrió Kagome a Miroku.

— Bueno, por esta noche puedes descansar, tienes baño privado y todo, la cocina y nevera están a tu disposición — Miroku se empezó a despedir dirigiéndose hasta la puerta de la habitación — Inuyasha se despierta a las nueve de la mañana para que estés al pendiente.

— Esta bien, muchas gracias por tomarte tanta molestias conmigo Miroku.

— Sin problemas — asintió el pelinegro — Nos vemos mañana, trata de descansar.

— Nos vemos — agitando su mano se despidió del único hombre agradable que se cruzó en el día de hoy. Suspiro en la enorme habitación que sería suya por... no lo sabía, pero hasta que la despidieran estaría aquí con su gato y la bestia que habitaba del otro lado de la casa.

Vació su valija y acomodó sus ropas y calzados en los muebles que habían en la habitación, algunos objetos decorativos que trajo de su departamento los acomodó en la mesita de noche y en algunos estantes que había, dando color a la blanca habitación, reposo su guitarra en una esquina, armo el acicalador de su gato poniéndole en otra esquina, preparo el arenero al lado de la puerta del baño y finalizando su tarea suspiro, tomo su celular y con su toalla en mano y su pijama se metió en el baño lista para darse una ducha relajante, tenía que prepararse mentalmente para su primer día laboral/esclavizada de mañana.

Tu Voz, Mi AdicciónWhere stories live. Discover now