CAPÍTULO VIII

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Inuyasha decidió salir por el mismo hacía el exterior de su mansión, llego hasta seguridad y miro con molestia a Jinenyi quién se veía completamente culpable por la posible desaparición de la azabache

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Inuyasha decidió salir por el mismo hacía el exterior de su mansión, llego hasta seguridad y miro con molestia a Jinenyi quién se veía completamente culpable por la posible desaparición de la azabache.

— ¡Dónde está! — exclamo teniéndolo de frente.

— Señor...ella dijo que tardaría tres minutos, que iba hasta la esquina y...que un auto la esperaba — informo lo que Kagome le había dicho hace unos minutos.

— Ya pasaron 7 minutos de esos 3 que dijo ¡Y ella todavía no está aquí maldición! ¡Manda a otros guardias a revisar la zona! — ordeno dando media vuelta y regresar rápidamente al interior de la mansión, subió las escaleras rápidamente y entro a la habitación de la azabache, encontrando solo al gato en la cama durmiendo plácidamente.

— ¿¡Dónde está tu dueña!?

— ¡Miauuuuug! — le gruño el gato erizando su esponjoso pelaje. Tomo su celular y marco el número de Kagome, en su habitación no sonaba así que se lo había llevado con ella.

— ¡Responde maldición!

Ni siquiera sabía porque estaba tan alterado por la inesperada desaparición de la azabache, bueno era normal que se preocupará alguien en un caso así, pero él estaba ¡Loco y desesperado por saber dónde es que la atolondrada azabache pudiera estar!

¿Acaso fue secuestrada para luego venderla en una red de trata? ¿Fue utilizada como un cebo para sacarle dinero por el rescate? ¿¡Dónde mierda estaba Kagome Higurashi!?

— ¡Miroku! — exclamo por el celular pese a que estaba en alta voz.

Silencio que mi sueño es sagrado en estos momentos — se escuchó la voz de su agente adormilado.

— Kagome desapareció, no está — soltó rápido.

¿Qué? ¿Cómo que no está? ¿Desapareció?

— ¡Se fue en medio de la madrugada, con un auto!

Habla más despacio por favor y...trata de no gritar.... — murmuro Miroku con paciencia en su personalidad — ¿Estás seguro que se fue?

— Sí...

¿Por cuenta propia?

— No lo sé...

¿Su gato está ahí?

— ¿Buyo? Sí, aquí está roncando el muy maldito — miro con bronca al gato durmiendo panza arriba en la almohada de la azabache.

¿No se habrá cansado de tu malhumor amigo?

— No creo, si no huyo el primer día menos a la semana — dubitativo respondió Inuyasha.

Tu Voz, Mi AdicciónWhere stories live. Discover now