La vida para Inuyasha Taisho desde niño había sido sencilla o así es como la veía él desde su propio punto de vista personal.
En su prestigiosa infancia descubrió que era alguien bueno para el canto y a él eso le encantaba.
Cuando un agente de una...
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— Escucha... — Miroku entro a la habitación de la azabache, se encontraba guardando sus cosas en su enorme valija amarilla.
— No voy a escuchar, dije que renunció Miroku. Me voy ahora — de espaldas a él murmuro.
— Por favor, no tomes una decisión importante tan a la ligera...
— ¿Ligera? No es una decisión tomada a la ligera, estuve más de tres meses aquí ¡Más de lo que debería! — exaltada gruño Kagome.
— Tómate todo el fin de semana, piénsalo. Y sí sigues con la misma idea regresa el lunes y firmaré oficialmente tu renuncia — Kagome pauso sus movimientos y giro para mirarlo haciendo un ejercicio respiratorio para tranquilizarse.
— De acuerdo, volveré el lunes — asintió Kagome, ahora guardo unas cuantas prendas en su mochila y su cuaderno azul de canciones también la colgó en su hombro y tomo en una mano su guitarra enfundada — Cuiden a Buyo... — fue lo único que dijo saliendo de la habitación dejando en medio de la desesperación al pelinegro.
— ¿Se fue? — un minuto después Inuyasha entro a la habitación seguido del gordo gato.
— La convencí de que se fuera hoy y volviera el lunes con una clara decisión y dijo que cuidemos a Buyo — miro al gato subirse a la cama con dificultad.
— Miroku, ella no va a renunciar.
— ¡Sí ella quiere puede! — exclamo cansado el pelinegro — ¿Qué te pasa? ¿Por qué te comportas de esa manera con ella? ¿Por un puto beso?
— ¡No fue un puto beso! — grito el peli plata suspirando y tomando asiento al lado del peli negro — Yo...creo que me enamoré de esa maleducada mujer...
— ¿Y por qué no solo se lo dijiste? ¿Actuar así sin dejarle en claro la razón de tus acciones? — negó Miroku.
— Porque no sé comportarme en una situación como esta ¡Nunca creí que me gustaría tanto una mujer y menos tan bocaza como esa! ¡No creí poder enamorarme de Kagome! — frustrado Inuyasha se confesaba con su amigo.
— ¿Le dijiste al menos que gustas de ella?
— No y me arrepiento. La cague al decirle después de que nos besáramos "No esperes nada después de tremendo beso y no quiero que lo divulgues"
— Pero que cabeza dura eres...
— ¡Estaba aterrado lo que ese beso provocó en mí! ¡Nunca me sentí nervioso o inseguro con una mujer! ¡Me aterre!
— No sé ni cómo solucionar esto, dudo mucho que Kagome decida seguir trabajando contigo. Ahora sí tendré que empezar a buscar nueva asistente...
No, Inuyasha no quería a nadie más sino era la gritona de Kagome Higurashi.
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— ¡A ti te quería agarrar! — Kagome tiro sus cosas al sofá de la casa en dónde se quedaría por ese fin de semana, se lanzó con los brazos abiertos hacía la azabache que se encontraba en la sala.
