CAPÍTULO XXVII

449 71 42
                                    

Comentar y votar...

Comentar y votar

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

°°°

Inuyasha nunca había estado en una situación como está ni mucho menos se la había imaginado o cruzado por la cabeza que siquiera la estaría viviendo.

Se encontraba viajando en un viejo autobús que se movía de un lado a otro debido al camino de tierra, con pozos y completamente desnivelado dificultando todavía más el viaje de tres horas.

Se miró una vez más a el mismo, estaba vestido de civil, con una gorra ocultando su cabello plateado, con unos lentes con cristales transparente sin aumento y una mochila sobre sus muslos, así vestía con la intención de mezclarse entre las personas de tercera edad que también eran pasajeros en ese autobús precario.

¿Cómo había llegado a viajar en un viejo autobús con olores nada placenteros dentro?

Flashback

— ¿¡Dónde está Kagome!? — grito Inuyasha.

— ¡Shhh! Silencio ¿Acaso quieres qué descubran su otra identidad? — reprocho Hitomiko molesta poniéndose de pie rápidamente.

— ¿Dónde está? — volvió a repetir esta vez en tono bajo.

— En su pueblo, allí está — suspiro la mujer.

— ¿Por qué se fue? ¿Por qué dicen que se ausentara de su trabajo? Ella ama esto...

— Ah... Escucha Inuyasha, yo no tengo las respuestas a tu duda, mejor dicho, yo no puedo responder a tus dudas. Pero aquí te doy una ayuda, ve a su rancho sí quieres tener respuestas — Hitomiko se giró hacía su escritorio y tomo un papel entregándoselo.

— ¿Y esto?

— La dirección de su pueblo, ella está ahí señor cantante — blanqueo los ojos cansada de lidiar con la desesperación del artista — Eso sí, estoy segura de que irás — Inuyasha asintió con obviedad — Por favor, oculta tu identidad, se un pueblerino más.

Esa misma mañana empaco una pequeña maleta con la ropa más rustica que podía tener entre su ropa de diseñadores exclusivos, prácticamente se disfrazó de un apuesto nerd. Dejo a Buyo a cargo de Miroku y sin decirle exactamente a dónde se iba, escapo.

El creía que podía llegar en avión pero al parecer en ese pueblo no había pista de aterrizaje ni nada moderno. Por lo que compró un barato boleto de viaje hacía ese pueblo olvidado.

Entre toda la gente que abordaba ese autobús era el más joven y posiblemente el más limpio y de apariencia normal. Viejitos y viejitas con ropa de campo subían al precario autobus con una o varias gallinas en una jaula y otros con bolsas de ropa y mercadería.

Con miedo miraba por la ventanilla, sintiendo el terror recorrerle por su joven piel y sus 206 huesos.

¿Hasta dónde iría por Kagome?

Tu Voz, Mi AdicciónWhere stories live. Discover now