La vida para Inuyasha Taisho desde niño había sido sencilla o así es como la veía él desde su propio punto de vista personal.
En su prestigiosa infancia descubrió que era alguien bueno para el canto y a él eso le encantaba.
Cuando un agente de una...
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— Y eso fue lo que paso... — Kagome suspiro al contar su lado de la historia, miro a su jefe y al jefe de este, ambos la miraban como sí lo que hubiera dicho era una broma — ¿Qué?
— ¿En enserio? "Recibí una llamada, me esperaban, me subí al auto y volví" ¿Esa es tu historia después de desaparecer por casi 8 horas? — indignado exclamo Inuyasha.
— Sí...es todo — asintió Kagome.
— No es todo ¡Dime ya que hiciste después de irte!
— Disculpa, pero pese a que estoy en horario laboral no puedo responder a esa orden tuya, lo que paso es un tema personal no laboral — cerro los ojos Kagome aguantando el sueño que tenía.
— ¡Te lo ordeno!
— No, no puedes. Inciso dos, página tres y párrafo uno del contrato: temas personales son temas personales — recito Kagome de memoria el contrato que firmó hace más de una semana.
— ¿Es eso cierto? — Inuyasha miro a Miroku.
— Supongo que sí ¡No lo sé, no me memorice el maldito contrato! Pero es cierto, sus temas personales son de ellas y si no quiere decírtelos tiene todo el derecho como cualquier trabajador — reconoció Miroku.
— ¡Te dije 24/7, 24/7! — le reprocho Inuyasha a Miroku.
— ¡No podemos hacerla trabajar como un chino! ¡Suficiente con que la obligáramos a vivir aquí! — Miroku señalo a la azabache, ambos la miraron extrañados de no tener un griterío de su parte y con razón, estaba durmiendo en el sofá con su cuello en una mal posición — Ah...la llevaré a su habitación — Miroku se puso de pie dispuesto a acercarse a la azabache.
— Quieto ahí vaquero... — detuvo Inuyasha con un almohadón empujándolo hacía atrás.
— ¿Qué? — Miroku extrañado murmuro.
— Déjala ahí, se merece cualquier incomodidad, despertar con dolor de cuello será su castigo por tal atrevimiento de escabullirse en la madrugada.
Ordeno Inuyasha marchándose de la sala tomando a Miroku de los hombros y llevándoselo hasta el comedor, no sin antes darle una última mirada fulminante a la azabache durmiendo en el sofá de la sala.
°°°
— ¡Ay no, que dolor! — Kagome se quejaba estando de pie una vez más en un set de filmación para una propaganda de deporte . Kagome camino hasta la larga mesa de Catering y tomo un sándwich de jamón y queso empezando a comerlo como desayuno, el muy maldito de su jefe solo le había dado tiempo de cambiarse su pijama de unicornios por algo más "decente" según él.
A la distancia lo observo coquetear con la modelo de ropa femenina deportiva.
— Ya era hora, que se distraiga con alguien más y que a mí me deje de fastidiar — bufó masticando su sándwich mientras que con la otra mano masajeaba su adolorido cuello.