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Había despertado desde hace rato, su vista se mantenía fija en un punto exacto en la pared de su cuarto, su desayuno ya había sido traído pero él no tenía muchas ganas de querer probar ese alimento, estaba asqueado de tanto que lo comía. Sin embargo era lo único que le daban.

Al principio no probaba absolutamente nada, pero poco después lo obligaban a hacerlo. No a la fuerza, nadie lo tocaba, pero lo amenazaban jugando con su mente y no tenía de otra que ceder.

Desvío la vista a la bandeja de comida y se levanto de la cama para sentarse en su mesa, revolvió su puré de papas con arroz y salsa de tomate, tenía una nevera con mucho líquido, más nada, pero esta vez le trajeron un tipo de jugo diferente, lo abrió y empezó a comer tranquilamente.

Su cuarto era totalmente blanco; las paredes, el piso, la cama, la mesa, la nevera, sus muebles y asientos, todo. Lo único de un color diferente era una ventana oscura, sabía perfectamente que lo vigilaban desde ahí. Su ropa también era totalmente de blanco, aunque tenia poca, tres pares de camisa, dos pares de shorts, dos pantalones holgados, dos pares de suéteres y su ropa interior.

No sabía cuanto tiempo había estado viviendo ahí pero si sabía todo al pie de la letra, era una estricta rutina; levantarse a una hora correspondiente, desayunar a una hora correspondiente, dibujar o tejer a una hora correspondiente, almuerzo a una hora correspondiente, tutorías a una hora correspondiente, cena a una hora correspondiente y por último acostarse a una hora correspondiente. Ni más ni menos, ya estaba tan acostumbrado a esa rutina, parecía que tenía un reloj en la mente.

Término su comida y bebió su nuevo jugo, era de fresa sin embargo lo desconocía, nunca lo había probado antes pero sin duda se había vuelto su favorito.

Se levanto, directo al baño a asearse, un baño rápido y ligero, cuando salió un hombre que conocía muy bien lo estaba esperando de brazos cruzados parado al lado de la puerta blanca.

-Jimin, necesito terminar las pruebas, por favor -esté entendió perfectamente y se giro para ser vendado por detrás. El hombre le agarró las manos y lo acostó en una camilla, ató sus manos a los lados y se perdieron fuera de la habitación del menor para ir por otra.

Jimin había pasado tantas veces por eso que ya sabía el tiempo que tardaban, los olores que presenciaban, los giros de los pasillos y las puertas que aproximadamente habían por esos pasillos; todo para un bien propio.

Luego de un largo recorrido, se adentraron a una habitación, olía fuerte a alcohol, le destaparon los ojos y cuando su vista se acostumbró pudo ver que si se trataba del laboratorio, en ese lugar le inyectaban una sustancia que lo hacía dormir, después despertaba en su habitación listo para su actividad matutina. Las ida a otras habitaciones no interferían en sus "quehaceres".

Vio al hombre ponerse unos guantes azules, luego entraron tres personas más con tapa bocas, guantes, atuendos azules y gorros, todos tapados y poco visibles para Jimin, al único que conocía de vista era al hombre que era llamado como " Doctor K" los demás eran llamados por sus iniciales y si eran de los que hacían limpieza eran llamados por números. Obviamente para que sus "pacientes" no supieran su verdadera identidad.

El doctor se le acerco cuando se puso todos sus implementos como los demás, le envolvió una goma larga en el brazo, agarro un jeringa y pincho la parte delantera del codo extrayendo su sangré, hizo una mueca pero aguantó sin decir una sola palabra. El hombre le dio la espalda con su sangre aun en la jeringa y la depósito en un tubo de ensayo. Lo sabía porque le daban clases de biología y él era muy observador. Los demás le quitaron la goma que apretaba fuertemente su brazo y limpiaron su sangré del brazo, un simple pinchazo pero ahí lo cuidaban demasiado bien, todos eran delicados como si fuera un vidrio frágil que pudiese romperse en cualquier momento.

Fenómeno➸Kookmin©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora