||Twenty four||

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Quizás el odio hacia esa maldición sea una distracción por descubrir lo más importante y perverso que acecha de muy cerca...

Creo que aquí acaban las pijamadas en el sótano. Las amanecidas por ver películas pavorosas. Los gritos por escenas sangrientas y por las novelas mostrando a la verdadera villana, también las risas cuando caíamos del sofá por despertar al Jugai. Y... el entrenamiento.

Bueno, era más que obvio que Satoru no nos tendría encerrados y ocultos para siempre.

La emoción que sentí al haber salido del sótano después de una larga ducha por pensar en que veríamos a los chicos, cambió por un poco de miedo. Y que, al cambiarme de ropa, torturándome de si era buena idea la del peliblanco, terminé llevando puesto el nuevo uniforme —llevando esta vez una falda— una que no estaba nada mal, sinceramente. Algo distinto a la que tiene Nobara, ya que ésta tiene aberturas en los lados y claro que los shorts por debajo no faltan. La misma chaqueta, y.. pues..

—Por aquí —Satoru me sostiene del brazo para no tropezar, como lo ha hecho desde que me cubrió con una capa oscura y larga. Una que me iguala totalmente a un Dementor.

Oigo el chirrido de las ruedas del carrito que Satoru empujaba, donde dentro está nada más que Yuuji. Levanto un poco la capa y descubro la mitad de mi rostro para ver a los alrededores con mi mirada errática por lo nerviosa que estaba; hasta sentía mis manos sudar, o quizás solo sea este clima caluroso y brillante que nos rodea. No sé cómo acepté hacer esto. Estoy yendo directo a mi muerte, la cual será por un martillazo de parte de Nobara o también ser comida por los lobos de Megumi. Ambas opciones.. suenan fatal.

—Ya puedo ver sus caras de la inmensa felicidad. —chilló alegre la persona que me sujetaba. La cercanía que tenía con Satoru justo ahora no era suficiente para desaparecer mis nervios. Así que me detuve.

Y él no tardó en hacer lo mismo cuando me solté de su brazo. Mi mente ha dejado de taladrar a ese hombre de rubio cabello, aunque aquella última mirada que me dio fue la de un misterio oscuro que estaba segura que no averiguaría pronto, pero que ahora dejaba de lado solo por el miedo de la reacción de mis.. compañeros. No, amigos. Por vernos a Yuuji y a mí luego de.. ¿morir? Rayos. Solo espero que no les dé un ataque al corazón.

Alzo un poco la cabeza cuando oigo a Satoru retroceder junto al carrito, pero más me concentro en la brisa que golpea mi cara, empuja la capa hacia atrás, recibo lo fresco del viento y aprieto los labios, y por poco la capa me descubre el rostro. Sin embargo, el peso de su mano sobre mi cabeza presiona un poco la capa por el medio de la raíz de mi cabello. Y me obliga a verlo. Automáticamente mi cuerpo también se gira hacia él. Satoru se inclina un poco:

—Ya estamos cerca, Alice. No me digas que ya te estás echando para atrás. ¿No decías que ya querías verlos? —me recordó con una sonrisa sin separar labios.

Miro la tela oscura que oculta sus ojos. Y luego la sonrisa esquinada que tiene, el brillo de sus labios, distrayéndome por un momento. Carraspeo.

—Dije que te apoyaría en todos tus planes —le digo, aún sintiéndome liada a pesar de que su mano siga sobre mi cabeza como apoyo—. Pero esto es una.. locura. —soné dudosa. Y él pues claro que lo notó.

Esperaba unas palabras motivadoras, alentadoras, un empujón o que me cargara. Pero fue algo distinto. Satoru soltó el carrito y se alzó la tela oscura con lenteza y descubrió solo un ojo para verme de una manera... inexplicable pero que me hizo olvidarme de lo que tanto me aturdía. Su ojo oceánico.

¿Cómo es que él ve con esa tela?

Puede que no sepa todo de él. Aunque hay cosas que ha explicado en el entrenamiento. Sus ataques. Su infinito. Pero lo único memorizado que tengo es su rapidez con la que peleé contra él. Es ágil, atento, sagaz, y hasta inteligente, aunque sus bromas... sí que son pesadas.

𝗝𝘂𝘀𝘁 Me • Jujutsu kaisenWhere stories live. Discover now